Dos mujeres fueron asesinadas por el ex esposo de una de ellas en la comunidad rural de Paja de Arroz, a unos cinco kilómetros de Guaracabulla, un poblado del municipio de Placetas, en Villa Clara.
Daniela Cintra Martín, de 23 años, y su madre Liena Martín, de 42, fueron apuñaladas el 25 de julio en su casa.
La primera falleció en la escena del crimen. La segunda fue trasladada a un hospital, pero murió tres días después debido a la gravedad de las heridas.
Si en la ciudad la violencia es elevada, en el campo es mayor debido a elementos culturales, generacionales y heterogeneidades de género que naturalizan la violencia.
“La campaña por las mujeres rurales cubanas advertía sobre la invisibilidad de estas mujeres que las convierte en víctimas vulnerables y, en ese sentido, hemos visto como han aumentado los feminicidios dentro de zonas campestres lo que se debe al bajo acceso que tienen a la educación, a la información, a los servicios de salud, a los servicios de protección”, indicó la activista Aymara Peña desde Sancti Spiritus.
Estos factores desencadenan que la violencia machista en zonas rurales sea escondida, al tiempo que refuerzan las desigualdades de género que perpetúan la sumisión de las mujeres del campo.
“Creo que las organizaciones feministas hemos llegado a lugares y a mujeres que están sufriendo esta situación, pero falta acceder de manera limpia y transparente a los casos que están ocurriendo, sobre todo en esos lugares más intrincados donde no sale a la luz pública lo que sucede, pero se sabe que se vive una violencia producto de las costumbres patriarcales y los roles que se le han impuesto a las mujeres”, dijo.
“Y más, en estos tiempos de crisis que vivimos en Cuba, donde se ha acentuado muchísimo más la violencia familiar, porque las tareas más fuertes, como es la elaboración de los alimentos, el repartir en la casa, ese tipo de actividades, la limpieza, la higiene, todo esto recae sobre la mujer y la escasez ocasiona que ellas sean en muchas ocasiones víctima de violencia”, concluyó Peña.
La muerte es el escalón más alto de la violencia ejercida sobre las mujeres pero antes están la violencia física, psicológica, moral, sexual y la dependencia económica.
“El feminicidio continúa siendo la forma más cruel y despiadada de violencia contra las mujeres”, recalcó Sara Cuba de la Red Femenina de Cuba.
“Desde nuestra observación este tipo de violencia está propiciándose con más frecuencia en las zonas rurales. Debemos tener en cuenta la vulnerabilidad que enfrentan por una serie de condiciones que las ponen en desventaja, además los mitos y estereotipos que aún están presentes en hombres y mujeres del campo”, explicó.
Ambos crímenes elevarían la cifra de feminicidios acontecidos en la Isla a 26, según la recopilación de la Red Femenina de Cuba. La mitad de estos crímenes tuvieron lugar en pueblos y comunidades rurales.
“Y en esto influye, el bajo nivel cultural, la poca información, el control y autocontrol de sus parejas, la educación machista, la educación de subordinación que recibieron tanto hembras como varones. Además, la invisibilidad de la existencia de violencia contra las mujeres, la convivencia con sus agresores y la falta de atención del gobierno cubano hacia las campesinas. Además de no tener dónde poner sus denuncias debido a la ubicación geográfica”, subrayó Sara Cuba.