El anuncio del gobierno de abrir más de cien salas en todo el país para conectarse a internet y utilizar el correo electrónico ha llamado la atención de los ciudadanos que viven más allá de la capital.
Cubanos consultados consideran que la mayor parte de la ciudadanía no tiene el soporte monetario para acceder a las salas que abrirá el gobierno el próximo mes y sobre todo, no tiene idea de cómo navegar por internet y hacer uso de la red de redes.
Leticia, residente en Holguín, dijo que desconoce qué es Internet; la joven considera que en su caso ella debe "empezar por aprender cómo entrar a una sala y conectarse".
Por su parte Jorge Luis, de Florida, Camagüey, se sintió esperanzado porque va a estar más informado si se abren otras vías de acceso a Internet.
Sin embargo, Julio César, de Santiago de Cuba tiene otra opinión. Para él una hora de conexión implica dejar de "comer y calzar", dijo decepcionado.
Una hora en la red de redes equivale a la cuarta parte del salario de un cubano, dijo la periodista independiente residente en Cabaiguán Barbara Viera, que calificó todo como una gran fachada para aparentar apertura.
"Al alto precio que hay que pagar se suma que de todas formas te vigilan, te leen los correos, te controlan", dijo Viera.
Para el bloguero Henri Constantin y el activista Anyer Antonio Blanco la nueva medida supone otro reto para los cubanos pues los obliga a "seguir inventado" para conectarse por vías clandestinas, porque nadie puede pagar la tarifa que ha puesto el gobierno.
Cubanos consultados consideran que la mayor parte de la ciudadanía no tiene el soporte monetario para acceder a las salas que abrirá el gobierno el próximo mes y sobre todo, no tiene idea de cómo navegar por internet y hacer uso de la red de redes.
Leticia, residente en Holguín, dijo que desconoce qué es Internet; la joven considera que en su caso ella debe "empezar por aprender cómo entrar a una sala y conectarse".
Por su parte Jorge Luis, de Florida, Camagüey, se sintió esperanzado porque va a estar más informado si se abren otras vías de acceso a Internet.
Sin embargo, Julio César, de Santiago de Cuba tiene otra opinión. Para él una hora de conexión implica dejar de "comer y calzar", dijo decepcionado.
Una hora en la red de redes equivale a la cuarta parte del salario de un cubano, dijo la periodista independiente residente en Cabaiguán Barbara Viera, que calificó todo como una gran fachada para aparentar apertura.
"Al alto precio que hay que pagar se suma que de todas formas te vigilan, te leen los correos, te controlan", dijo Viera.
Para el bloguero Henri Constantin y el activista Anyer Antonio Blanco la nueva medida supone otro reto para los cubanos pues los obliga a "seguir inventado" para conectarse por vías clandestinas, porque nadie puede pagar la tarifa que ha puesto el gobierno.