Obama fue electo presidente con sólo dos años de experiencia en el senado. Rubio está en una posición envidiable en el Partido Republicano. Fue escogido para responder el discurso del Estado de la Unión del Presidente Obama el martes en la noche. La revista Time lo colocó en su portada diciendo que él era el “salvador” de los republicanos.
Las cosas marchaban viento en popa y a toda vela para el joven político cubano-americano que indiscutiblemente tiene aspiraciones presidenciales. El quiere ser el primer hispano presidente de los Estados Unidos, tal como Obama es el primer presidente afro-americano en la historia de este país.
Pero a Rubio le quedan casi cuatro años antes de poder aspirar al cargo. Y eso en política es una eternidad.
Rubio está preparado. El tiene condiciones para defenderse de los ataques que ya han comenzado. El senador floridano tiene mucha facilidad de palabra y dice las cosas claras y en un lenguaje fácil de entender.
Sin embargo, eso no ocurrió el martes en la noche cuando le respondía al presidente Obama. Al igual que otros que han estado en la misma posición, Rubio tuvo fallas en su presentación.
Tuvo partes espectaculares cuando habló de su familia y como él, gracias a sus padres, había podido alcanzar el sueño norteamericano. Pero también tuvo que hablar en forma mecánica de las posiciones del Partido Republicano. El senador estaba nervioso y en un momento paró un instante su discurso para tomar una botellita de agua. Fue un momento incómodo tanto para Rubio como para sus partidarios.
La historia de la familia Rubio y de cómo este joven ha llegado a senador tan joven es digna de escuchar. Y Rubio sabe aprovechar estos momentos. Es la historia de una familia de inmigrantes, como muchas otras, que tuvieron que trabajar duro como camarera su madre y como bartendersu papá.
“Seños presidente, yo todavía vivo en el mismo vecindario de la clase trabajadora donde crecí. Son jubilados que dependen del Seguro Social Mis vecinos no son millonarios y Medicare”, dijo Rubio. Agregó que Obama no había hecho nada para salvar Medicare y el Seguro Social.
“Entonces Sr. presidente, no me opongo a sus planes porque quiero proteger a los ricos. Me opongo a sus planes porque quiero defender a mis vecinos”, explicó Rubio.
Esas fueron las mejores partes del discurso de Rubio. Sin embargo, no fue tan efectivo al hablar de las políticas que separan a los republicanos de los demócratas. Sus palabras no eran nuevas. Utilizó muchas frases trilladas al explicar el déficit presupuestario y los problemas creados por un gobierno grande que cree que todo lo puede resolver.
Parte del problema es que el presidente habla ante cientos de representantes y senadores en el capitolio. La respuesta la hace un republicano sólo ante una cámara. Es difícil.
Esto demuestra que si bien Rubio ha llegado a una importante posición en su carrera, todavía no está a la altura de ya ser el líder indiscutible del Partido Republicano; y mucho menos de ser su “salvador”.
Aún antes del discurso ya Rubio tenía enemigos. Columnistas nacionales y estatales ya han salido a criticarlo; a sacarle trapos sucios. Y Rubio sabe que le van a sacar su vincula con el ex congresista David Rivera (R – Fl.) que perdió su escaño bajo una nube de acusaciones sobre sus finanzas. Rubio y Rivera compartían una morada en Tallahassee cuando ambos eran representantes estatales.
También está pendiente lo que pueda salir de escándalo de JimGreer, ex presidente del Partido Republicano en la Florida, convicto esta semana de cinco cargos criminales. De Rubio alegan que Greer fue el que aprobó los gastos personas de ahora senador cuando usaba una tarjeta del partido.
A pesar de esto Rubio tiene talla para seguir en ascenso. El es el líder del partido en asuntos de inmigración; tiene muy buenos contactos con los comentaristas de derecha en la radio y en la televisión. Es difícil predecir todavía si Rubio podrá sobreponerse a los obstáculos en su comino. Su éxito o fracaso con la política de inmigración a ser importante en el desarrollo de su carrera.
Así que, a pesar de sus tropezones esta semana no borremos a Rubio del escenario político nacional. Es obvio que tiene que trabajar más duro antes de poder lanzarse como candidato a la presidencia en el 2016. Pero él es joven y en la política tres años es una eternidad.
Las cosas marchaban viento en popa y a toda vela para el joven político cubano-americano que indiscutiblemente tiene aspiraciones presidenciales. El quiere ser el primer hispano presidente de los Estados Unidos, tal como Obama es el primer presidente afro-americano en la historia de este país.
Pero a Rubio le quedan casi cuatro años antes de poder aspirar al cargo. Y eso en política es una eternidad.
Rubio está preparado. El tiene condiciones para defenderse de los ataques que ya han comenzado. El senador floridano tiene mucha facilidad de palabra y dice las cosas claras y en un lenguaje fácil de entender.
Sin embargo, eso no ocurrió el martes en la noche cuando le respondía al presidente Obama. Al igual que otros que han estado en la misma posición, Rubio tuvo fallas en su presentación.
Tuvo partes espectaculares cuando habló de su familia y como él, gracias a sus padres, había podido alcanzar el sueño norteamericano. Pero también tuvo que hablar en forma mecánica de las posiciones del Partido Republicano. El senador estaba nervioso y en un momento paró un instante su discurso para tomar una botellita de agua. Fue un momento incómodo tanto para Rubio como para sus partidarios.
La historia de la familia Rubio y de cómo este joven ha llegado a senador tan joven es digna de escuchar. Y Rubio sabe aprovechar estos momentos. Es la historia de una familia de inmigrantes, como muchas otras, que tuvieron que trabajar duro como camarera su madre y como bartendersu papá.
“Seños presidente, yo todavía vivo en el mismo vecindario de la clase trabajadora donde crecí. Son jubilados que dependen del Seguro Social Mis vecinos no son millonarios y Medicare”, dijo Rubio. Agregó que Obama no había hecho nada para salvar Medicare y el Seguro Social.
“Entonces Sr. presidente, no me opongo a sus planes porque quiero proteger a los ricos. Me opongo a sus planes porque quiero defender a mis vecinos”, explicó Rubio.
Esas fueron las mejores partes del discurso de Rubio. Sin embargo, no fue tan efectivo al hablar de las políticas que separan a los republicanos de los demócratas. Sus palabras no eran nuevas. Utilizó muchas frases trilladas al explicar el déficit presupuestario y los problemas creados por un gobierno grande que cree que todo lo puede resolver.
Parte del problema es que el presidente habla ante cientos de representantes y senadores en el capitolio. La respuesta la hace un republicano sólo ante una cámara. Es difícil.
Esto demuestra que si bien Rubio ha llegado a una importante posición en su carrera, todavía no está a la altura de ya ser el líder indiscutible del Partido Republicano; y mucho menos de ser su “salvador”.
Aún antes del discurso ya Rubio tenía enemigos. Columnistas nacionales y estatales ya han salido a criticarlo; a sacarle trapos sucios. Y Rubio sabe que le van a sacar su vincula con el ex congresista David Rivera (R – Fl.) que perdió su escaño bajo una nube de acusaciones sobre sus finanzas. Rubio y Rivera compartían una morada en Tallahassee cuando ambos eran representantes estatales.
También está pendiente lo que pueda salir de escándalo de JimGreer, ex presidente del Partido Republicano en la Florida, convicto esta semana de cinco cargos criminales. De Rubio alegan que Greer fue el que aprobó los gastos personas de ahora senador cuando usaba una tarjeta del partido.
A pesar de esto Rubio tiene talla para seguir en ascenso. El es el líder del partido en asuntos de inmigración; tiene muy buenos contactos con los comentaristas de derecha en la radio y en la televisión. Es difícil predecir todavía si Rubio podrá sobreponerse a los obstáculos en su comino. Su éxito o fracaso con la política de inmigración a ser importante en el desarrollo de su carrera.
Así que, a pesar de sus tropezones esta semana no borremos a Rubio del escenario político nacional. Es obvio que tiene que trabajar más duro antes de poder lanzarse como candidato a la presidencia en el 2016. Pero él es joven y en la política tres años es una eternidad.