La belleza siempre abre puertas en la industria audiovisual, pero el actor cubano Roberto San Martín necesitó más que su seductora mirada de ojos verdes para triunfar en el mundo artístico español, según contó en el programa 1800 Online, de Radio Martí.
“Aquí lo que se sobran son los acentos, pero todos tenemos que entrar por el aro y lograr un acento neutro madrileño o lo más parecido al madrileño que ellos consideren. Es como empezar a trabajar en otro idioma pero sin ser otro idioma. Yo siempre me siento raro con todos mis trabajos aquí, porque nunca me oigo cómodo,” dice en referencia a las exigencias idiomáticas del medio, para el que tuvo incluso que tomar clases de dicción.
A pesar de que en la isla formó parte del elenco de telenovelas como Las huérfanas de la Obra Pía, la serie Enigma de un verano, e incluso integró el grupo de teatro El Público, fue su interpretación en el filme Habana Blues la que marcó el ascenso en su carrera artística y su posterior partida a España. “Habana Blues es una película que yo hubiera pagado por hacer,” comenta.
Sobre ese tiempo el actor de 36 años recuerda: “Trabajé bastante en el cine en mis primeros años aquí, después vino la tele, después vino teatro. He hecho mucho teatro, y muy buen teatro además. No he dejado de trabajar, no he dejado de hacer lo que me gusta y de decir ciertas y determinadas cosas a través de lo que hago, y sinceramente soy bastante feliz con este resultado.”
Roberto San Martín participó en las series Aquí no hay quien viva, La que se avecina y Amar en tiempos revueltos. También trabajó en las películas Soy un pelele, Atasco en la nacional y La dama boba; esta última le valió el premio al Mejor Actor de Reparto en el Festival de Málaga 2006.
Aunque el talento y la suerte han signado la carrera de San Martín, hubo un “momento que yo dejé de aceptar papeles cubanos, porque aquí se tiene un concepto del cubano bastante folclórico. Si eres cubano tienes que bailar salsa, tener una camisa de flores, tocar las maracas y decir: oye chico.”
Ahora se encuentra trabajando en la última temporada de Arrayán, la serie líder de audiencia de la televisión andaluza para Canal Sur, y precisamente “estoy haciendo un cubano, pero sin ningún tipo de cliché. No es la nacionalidad lo que distingue al personaje.”
Las inquietudes artísticas de San Martín no se limitan al ámbito audiovisual, siempre encuentra tiempo para escribir su blog El Coma Andante. “Surgió como un lugar para decir lo que yo pienso, sea político, sea social, sea un poema que se ocurrió un día, algo que me encontré, un cuento, una anécdota.”
“Es una manera de desahogarme de esta soledad que nosotros vivimos –apunta el actor- porque el emigrante siempre está solo, aunque esté rodeado de personas, aunque yo haya creado una familia y tengo dos hijas preciosas y una mujer a la que adoro, pero me falta mi suelo, me falta mi techo, me falta mi gente.”
Su abierta oposición al gobierno de la isla le ha granjeado enemistades y lugares en listas negras no escritas pero establecidas, sin embargo comenta: “Cubano soy y donde quiera que esté voy a ser un actor cubano y voy a representar a mi país. Si ellos no lo quieren recibir así, es una pena, porque yo nunca me siento más cubano que cuando estoy fuera de Cuba.”
Hace varios años que no visita la isla, pero a sus oídos siempre llegan las críticas del público cubano de dentro sobre su trabajo. “Los cubanos siempre se la agencian para ver lo que hacen otros cubanos en cualquier parte del mundo. Me siento todavía querido en Cuba y la gente sabe quién soy y me recuerda. Me siento todavía trabajando para esa gente que está en Cuba, porque sé que cualquier cosa que se haga aquí, allá llega de una forma u otra,” indica orgulloso.
“Aquí lo que se sobran son los acentos, pero todos tenemos que entrar por el aro y lograr un acento neutro madrileño o lo más parecido al madrileño que ellos consideren. Es como empezar a trabajar en otro idioma pero sin ser otro idioma. Yo siempre me siento raro con todos mis trabajos aquí, porque nunca me oigo cómodo,” dice en referencia a las exigencias idiomáticas del medio, para el que tuvo incluso que tomar clases de dicción.
A pesar de que en la isla formó parte del elenco de telenovelas como Las huérfanas de la Obra Pía, la serie Enigma de un verano, e incluso integró el grupo de teatro El Público, fue su interpretación en el filme Habana Blues la que marcó el ascenso en su carrera artística y su posterior partida a España. “Habana Blues es una película que yo hubiera pagado por hacer,” comenta.
Sobre ese tiempo el actor de 36 años recuerda: “Trabajé bastante en el cine en mis primeros años aquí, después vino la tele, después vino teatro. He hecho mucho teatro, y muy buen teatro además. No he dejado de trabajar, no he dejado de hacer lo que me gusta y de decir ciertas y determinadas cosas a través de lo que hago, y sinceramente soy bastante feliz con este resultado.”
Roberto San Martín participó en las series Aquí no hay quien viva, La que se avecina y Amar en tiempos revueltos. También trabajó en las películas Soy un pelele, Atasco en la nacional y La dama boba; esta última le valió el premio al Mejor Actor de Reparto en el Festival de Málaga 2006.
Aunque el talento y la suerte han signado la carrera de San Martín, hubo un “momento que yo dejé de aceptar papeles cubanos, porque aquí se tiene un concepto del cubano bastante folclórico. Si eres cubano tienes que bailar salsa, tener una camisa de flores, tocar las maracas y decir: oye chico.”
Ahora se encuentra trabajando en la última temporada de Arrayán, la serie líder de audiencia de la televisión andaluza para Canal Sur, y precisamente “estoy haciendo un cubano, pero sin ningún tipo de cliché. No es la nacionalidad lo que distingue al personaje.”
Las inquietudes artísticas de San Martín no se limitan al ámbito audiovisual, siempre encuentra tiempo para escribir su blog El Coma Andante. “Surgió como un lugar para decir lo que yo pienso, sea político, sea social, sea un poema que se ocurrió un día, algo que me encontré, un cuento, una anécdota.”
“Es una manera de desahogarme de esta soledad que nosotros vivimos –apunta el actor- porque el emigrante siempre está solo, aunque esté rodeado de personas, aunque yo haya creado una familia y tengo dos hijas preciosas y una mujer a la que adoro, pero me falta mi suelo, me falta mi techo, me falta mi gente.”
Su abierta oposición al gobierno de la isla le ha granjeado enemistades y lugares en listas negras no escritas pero establecidas, sin embargo comenta: “Cubano soy y donde quiera que esté voy a ser un actor cubano y voy a representar a mi país. Si ellos no lo quieren recibir así, es una pena, porque yo nunca me siento más cubano que cuando estoy fuera de Cuba.”
Hace varios años que no visita la isla, pero a sus oídos siempre llegan las críticas del público cubano de dentro sobre su trabajo. “Los cubanos siempre se la agencian para ver lo que hacen otros cubanos en cualquier parte del mundo. Me siento todavía querido en Cuba y la gente sabe quién soy y me recuerda. Me siento todavía trabajando para esa gente que está en Cuba, porque sé que cualquier cosa que se haga aquí, allá llega de una forma u otra,” indica orgulloso.