Yadier Pérez, un exiliado cubano que vive y trabaja en la ciudad de St. Johns, en Canadá, ha podido por fin tener a su lado a su hijo de 5 años de edad.
Pérez, quien llegó a Canadá en noviembre de 2010 y a quien el gobierno aceptó como refugiado político, había estado tratando de llevar a su hijo Carlos a vivir con él desde esa fecha. Por añadidura, la madre de Carlos había muerto durante el parto.
Las autoridades canadienses le otorgaron al chico una visa de entrada en el país en febrero de 2012, pero Pérez declaró a CBC News de Newfounland y Labrador, en Canadá, que el gobierno cubano ponía obstáculos y demoraba en concederle el permiso de salida a su hijo.
Pérez dijo tener sospechas de que La Habana obraba de esa forma por el historial de la familia de haberse opuesto al régimen castrista.
Pérez había escapado de Cuba hacia el estado de Florida en una embarcación, pero él y otros compatriotas se quedaron sin combustible y quedaron varados en un pequeño islote, donde fueron recogidos finalmente por un guardacostas estadounidense y llevados a la base naval de Guantánamo.
En la base, Pérez fue entrevistado por funcionarios de Inmigración canadienses, quienes le otorgaron el estatus de refugiado, y en noviembre de 2010 se instaló en St. Johns, la capital de la provincia canadiense de New Foundland y Labrador.
Mientras, en Cuba, la abuela quedó al cuidado del niño, y desde que a este le concedieron la visa en febrero pasado, su padre estaba siendo auxiliado por funcionarios canadienses para lidiar con lo que CBC News califica de "burocracias canadiense y cubana".
Por fin, al pequeño Carlos, quien cumple 6 años en diciembre, le dieron el permiso de salida en la isla. Astrid Fudge, una amiga de Pérez, viajó a Cuba en octubre pasado, se reunió con funcionarios de Inmigración del régimen, y dos semanas más tarde, ella misma acompañó al niño en un vuelo con destino a Toronto.
En Toronto, las autoridades proveyeron a Carlos de un abrigo, pantalones y guantes, además de unas botas y un gorro para el invierno.
Fue el 2 de noviembre cuando padre e hijo, que no se veían por más de dos años, lograron reencontrarse en el Aeropuerto Internacional de St. John's.
Pérez, quien se mostraba muy nervioso mientras esperaba por el vuelo Toronto-St. John's, afirma que no tiene palabras para describir el momento en que tuvo a su hijo ante sí de nuevo y pudo abrazarlo.
Pérez señala que el pequeño Carlos se está adaptando muy bien. A los pocos días de llegar, empezó en la escuela en St. John's y comenzó a aprender inglés.
Cuando está en el apartamento, disfruta junto a su padre de una amplia variedad de películas de dibujos animados.
La amiga Astrid Fudge se refiere a la emoción que refleja el rostro del niño cuando visita el departamento de juguetes de cualquier tienda. "Se queda con la boca abierta y le hace saber al padre sus sentimientos dándole una palmada en la pierna".
El padre señala que sus compañeros de trabajo en North Atlantic Marine han sido especialmente amables con su hijo.
Pocos días después de llegar el chico a Canadá, Pérez fue llamado a la oficina de la dirección "para resolver un problema". Cuando entró, se encontró con una mesa repleta de juguetes que sus compañeros habían donado para su hijo.
Dice Yadier Pérez que ahora Carlos está esperando por la nieve.
Pérez, quien llegó a Canadá en noviembre de 2010 y a quien el gobierno aceptó como refugiado político, había estado tratando de llevar a su hijo Carlos a vivir con él desde esa fecha. Por añadidura, la madre de Carlos había muerto durante el parto.
Las autoridades canadienses le otorgaron al chico una visa de entrada en el país en febrero de 2012, pero Pérez declaró a CBC News de Newfounland y Labrador, en Canadá, que el gobierno cubano ponía obstáculos y demoraba en concederle el permiso de salida a su hijo.
Pérez dijo tener sospechas de que La Habana obraba de esa forma por el historial de la familia de haberse opuesto al régimen castrista.
Pérez había escapado de Cuba hacia el estado de Florida en una embarcación, pero él y otros compatriotas se quedaron sin combustible y quedaron varados en un pequeño islote, donde fueron recogidos finalmente por un guardacostas estadounidense y llevados a la base naval de Guantánamo.
En la base, Pérez fue entrevistado por funcionarios de Inmigración canadienses, quienes le otorgaron el estatus de refugiado, y en noviembre de 2010 se instaló en St. Johns, la capital de la provincia canadiense de New Foundland y Labrador.
Mientras, en Cuba, la abuela quedó al cuidado del niño, y desde que a este le concedieron la visa en febrero pasado, su padre estaba siendo auxiliado por funcionarios canadienses para lidiar con lo que CBC News califica de "burocracias canadiense y cubana".
Por fin, al pequeño Carlos, quien cumple 6 años en diciembre, le dieron el permiso de salida en la isla. Astrid Fudge, una amiga de Pérez, viajó a Cuba en octubre pasado, se reunió con funcionarios de Inmigración del régimen, y dos semanas más tarde, ella misma acompañó al niño en un vuelo con destino a Toronto.
En Toronto, las autoridades proveyeron a Carlos de un abrigo, pantalones y guantes, además de unas botas y un gorro para el invierno.
Fue el 2 de noviembre cuando padre e hijo, que no se veían por más de dos años, lograron reencontrarse en el Aeropuerto Internacional de St. John's.
Pérez, quien se mostraba muy nervioso mientras esperaba por el vuelo Toronto-St. John's, afirma que no tiene palabras para describir el momento en que tuvo a su hijo ante sí de nuevo y pudo abrazarlo.
Pérez señala que el pequeño Carlos se está adaptando muy bien. A los pocos días de llegar, empezó en la escuela en St. John's y comenzó a aprender inglés.
Cuando está en el apartamento, disfruta junto a su padre de una amplia variedad de películas de dibujos animados.
La amiga Astrid Fudge se refiere a la emoción que refleja el rostro del niño cuando visita el departamento de juguetes de cualquier tienda. "Se queda con la boca abierta y le hace saber al padre sus sentimientos dándole una palmada en la pierna".
El padre señala que sus compañeros de trabajo en North Atlantic Marine han sido especialmente amables con su hijo.
Pocos días después de llegar el chico a Canadá, Pérez fue llamado a la oficina de la dirección "para resolver un problema". Cuando entró, se encontró con una mesa repleta de juguetes que sus compañeros habían donado para su hijo.
Dice Yadier Pérez que ahora Carlos está esperando por la nieve.