Hace más de medio siglo la naciente la revolución castrista implantó la llamada libreta de abastecimientos, un sistema de racionamiento de los alimentos con el objetivo de supuestamente garantizar que los productos básicos fueran asequibles a toda la población, según el régimen, y un modo de administrar el hambre, según sus críticos.
Las cantidades son pequeñas y alcanzan apenas para unos 10 días y los pobladores de la isla han de arreglárselas comprando en el mercado negro, para poder sobrevivir y arribar a fin de mes.
Arroz, pollo, azúcar, leche, huevos, café, aceite, frijoles, papas, espaguetis y gas para cocinas se venden por libreta.
La libreta tuvo y tiene defensores y detractores, debate que se ha incrementado al calor de las tímidas reformas económicas iniciadas por el régimen.
Así, de la libreta lentamente se han ido retirando productos como los cigarrillos, los habanos, la pasta dentífrica, el jabón o el puré de tomate. Primeros pasos que ya despertaron preocupación en la gente, la mayoría, que no se ha beneficiado de las tímidas reformas económicas.
Y entre los detractores de última hora del racionamiento se encuentra nada menos que el general Raúl Castro, quien ha afirmado que la economía del país no puede seguir sosteniendo semejante gasto y ha comenzado su liquidación reduciendo aún más el exiguo número de productos que se venden por la libreta.
Las cantidades son pequeñas y alcanzan apenas para unos 10 días y los pobladores de la isla han de arreglárselas comprando en el mercado negro, para poder sobrevivir y arribar a fin de mes.
Arroz, pollo, azúcar, leche, huevos, café, aceite, frijoles, papas, espaguetis y gas para cocinas se venden por libreta.
La libreta tuvo y tiene defensores y detractores, debate que se ha incrementado al calor de las tímidas reformas económicas iniciadas por el régimen.
Así, de la libreta lentamente se han ido retirando productos como los cigarrillos, los habanos, la pasta dentífrica, el jabón o el puré de tomate. Primeros pasos que ya despertaron preocupación en la gente, la mayoría, que no se ha beneficiado de las tímidas reformas económicas.
Y entre los detractores de última hora del racionamiento se encuentra nada menos que el general Raúl Castro, quien ha afirmado que la economía del país no puede seguir sosteniendo semejante gasto y ha comenzado su liquidación reduciendo aún más el exiguo número de productos que se venden por la libreta.