Varios medios internacionales, ente ellos el diario madrileño El País, recogen hoy un artículo del ensayista e historiador mexicano Enrique Krauze. Con el título “La soledad de los estudiantes venezolanos”, analiza no sólo la postura ideológica de la masa universitaria en el país, sino la vinculación de toda Latinoamérica con Cuba a la hora de posicionarse frente al régimen de Nicolás Maduro.
En el texto se explica así la ausencia de condenas internacionales a los acontecimientos que están sucediendo estos días: “El poder de la ideología en Venezuela es explicable: en millones de personas perdura el convencimiento de que la obra social de Chávez fue tangible y de que si no hizo más por ellos fue porque se le atravesó la muerte. Otro factor es la dependencia directa de millones de venezolanos del erario, consecuencia del debilitamiento progresivo de la actividad empresarial y la inversión privada".
"Las simpatías de los países dependientes del petróleo venezolano tienen la misma raíz. El clientelismo tiene intereses creados en creer en el chavismo. Pero ¿cómo explicar la popularidad de la ideología chavista o sus variantes en países que no pertenecen a su órbita?”.
Aun reconociendo que la mística y el papel icónico que tuvo la Revolución cubana ya no es tan fuerte como lo fue durante años, sí que ha propiciado que en muchos países de América Latina no hayan podido arraigar de manera definitiva la democracia representativa y el liberalismo, según Krauze. Por eso “el chantaje ideológico de Cuba y Venezuela funciona aún: nadie quiere parecer “de derecha” en un continente enamorado de la Revolución, donde los ídolos políticos no han sido demócratas como Rómulo Betancourt, sino redentores como Eva Perón, Che Guevara, Fidel Castro o Hugo Chávez”, sostiene.
Para el intelectual mexicano el tirón popular que sigue teniendo Nicolás Maduro y su política dentro del país tiene una explicación: “el apoyo al chavismo es, en el fondo, un derivado del prestigio menguado, pero extrañamente vivo, de la Revolución cubana. Estar contra ella es estar con el Imperio”.
Cuba sigue siendo influyente, asegura en su columna, y una “meca ideológica” como se comprobó en la reciente cumbre de la CELAC celebrada en La Habana en enero. Ningún presidente –salvo alguna ausencia puntual- faltó a la cita, en la que además todos firmaron “respetar los derechos humanos”.
Pero según el autor, este apoyo a Raúl Castro, y la cercanía de casi todos los líderes latinoamericanos con él y su hermano Fidel, no es exclusivamente un tema político. Sostiene que presidentes como Dilma Rouseff mantendrían una actitud de amistad por una razón: “las oportunidades económicas (turísticas, energéticas, sobre todo) que se abren en Cuba después de la eventual muerte de los hermanos Castro son demasiado importantes como para tomar posturas idealistas y arriesgar la estabilidad de la isla”.
Brasil, que actualmente tiene grandes inversiones en Cuba a través del proyecto que se está desarrollando en la zona del Mariel, estaría fortaleciendo una alianza con ese país y Venezuela únicamente por interés monetario. La imagen de estabilidad en la zona que se pretende dar girando la cabeza para otro lado y no condenar las muertes en Venezuela podrían tener de fondo ese argumento, para Enrique Krauze. “Sólo así se explica que Dilma Rousseff, que en su juventud fue una estudiante torturada por los militares, ahora apoye a un Gobierno cuyas fuerzas policiacas emboscadas reprimen estudiantes".
El extenso artículo recorre además las razones que llevan a los jóvenes venezolanos a las calles, en un país con 2,4 millones de estudiantes de nivel medio y 400.000 de nivel superior. Casi todos ellos no conocen otro tipo de gobierno que no sea el chavista, y sin embargo “no quieren envejecer con él”. Ya en 2007 salieron a protestar contra la confiscación de la televisión independiente RCTV, y ahora lo hacen para defender otros derechos fundamentales.
Además de la ineptitud económica del régimen y la ocultación de una “gigantesca corrupción”, para Krauze hay otras razones que llevan a las manifestaciones de protesta. "Su mayor agravio es el ahogo sistemático y creciente de la libertad de expresión, que impide a la gente tomar conciencia y sopesar por sí misma las realidades del país”.
Todo esto se resume en algunas frases que el autor emplea en el texto y que según él definirían al gobierno actual de Nicolás Maduro, el cual “ha recurrido a la represión directa de las voces disidentes" y cuya "idea es hacer que prive la verdad única, la verdad oficial”. Concluye diciendo: “Venezuela --es la dramática verdad-- se encamina hacia una dictadura y, en varios sentidos, lo es ya”.
En el texto se explica así la ausencia de condenas internacionales a los acontecimientos que están sucediendo estos días: “El poder de la ideología en Venezuela es explicable: en millones de personas perdura el convencimiento de que la obra social de Chávez fue tangible y de que si no hizo más por ellos fue porque se le atravesó la muerte. Otro factor es la dependencia directa de millones de venezolanos del erario, consecuencia del debilitamiento progresivo de la actividad empresarial y la inversión privada".
"Las simpatías de los países dependientes del petróleo venezolano tienen la misma raíz. El clientelismo tiene intereses creados en creer en el chavismo. Pero ¿cómo explicar la popularidad de la ideología chavista o sus variantes en países que no pertenecen a su órbita?”.
Aun reconociendo que la mística y el papel icónico que tuvo la Revolución cubana ya no es tan fuerte como lo fue durante años, sí que ha propiciado que en muchos países de América Latina no hayan podido arraigar de manera definitiva la democracia representativa y el liberalismo, según Krauze. Por eso “el chantaje ideológico de Cuba y Venezuela funciona aún: nadie quiere parecer “de derecha” en un continente enamorado de la Revolución, donde los ídolos políticos no han sido demócratas como Rómulo Betancourt, sino redentores como Eva Perón, Che Guevara, Fidel Castro o Hugo Chávez”, sostiene.
Para el intelectual mexicano el tirón popular que sigue teniendo Nicolás Maduro y su política dentro del país tiene una explicación: “el apoyo al chavismo es, en el fondo, un derivado del prestigio menguado, pero extrañamente vivo, de la Revolución cubana. Estar contra ella es estar con el Imperio”.
Cuba sigue siendo influyente, asegura en su columna, y una “meca ideológica” como se comprobó en la reciente cumbre de la CELAC celebrada en La Habana en enero. Ningún presidente –salvo alguna ausencia puntual- faltó a la cita, en la que además todos firmaron “respetar los derechos humanos”.
Intereses en Cuba, no en su línea ideológica
Pero según el autor, este apoyo a Raúl Castro, y la cercanía de casi todos los líderes latinoamericanos con él y su hermano Fidel, no es exclusivamente un tema político. Sostiene que presidentes como Dilma Rouseff mantendrían una actitud de amistad por una razón: “las oportunidades económicas (turísticas, energéticas, sobre todo) que se abren en Cuba después de la eventual muerte de los hermanos Castro son demasiado importantes como para tomar posturas idealistas y arriesgar la estabilidad de la isla”.
Brasil, que actualmente tiene grandes inversiones en Cuba a través del proyecto que se está desarrollando en la zona del Mariel, estaría fortaleciendo una alianza con ese país y Venezuela únicamente por interés monetario. La imagen de estabilidad en la zona que se pretende dar girando la cabeza para otro lado y no condenar las muertes en Venezuela podrían tener de fondo ese argumento, para Enrique Krauze. “Sólo así se explica que Dilma Rousseff, que en su juventud fue una estudiante torturada por los militares, ahora apoye a un Gobierno cuyas fuerzas policiacas emboscadas reprimen estudiantes".
El extenso artículo recorre además las razones que llevan a los jóvenes venezolanos a las calles, en un país con 2,4 millones de estudiantes de nivel medio y 400.000 de nivel superior. Casi todos ellos no conocen otro tipo de gobierno que no sea el chavista, y sin embargo “no quieren envejecer con él”. Ya en 2007 salieron a protestar contra la confiscación de la televisión independiente RCTV, y ahora lo hacen para defender otros derechos fundamentales.
Además de la ineptitud económica del régimen y la ocultación de una “gigantesca corrupción”, para Krauze hay otras razones que llevan a las manifestaciones de protesta. "Su mayor agravio es el ahogo sistemático y creciente de la libertad de expresión, que impide a la gente tomar conciencia y sopesar por sí misma las realidades del país”.
Todo esto se resume en algunas frases que el autor emplea en el texto y que según él definirían al gobierno actual de Nicolás Maduro, el cual “ha recurrido a la represión directa de las voces disidentes" y cuya "idea es hacer que prive la verdad única, la verdad oficial”. Concluye diciendo: “Venezuela --es la dramática verdad-- se encamina hacia una dictadura y, en varios sentidos, lo es ya”.