“Mis motivaciones fueron las de todos los cubanos, solo que ellos tienen miedo a expresarlo”, dijo Andrés Carrión, el joven que gritó “¡Abajo el comunismo!” durante la misa de Benedicto XVI en Santiago en una entrevista que concediera a Radio Martí luego de ser liberado.
“Yo llegué a un momento de ruptura; el miedo cedió ante la realidad y decidí asumir lo que pasara después de esto”, continuó declarando Andrés Carrión. “Así fue cómo pasó, aproveché que estaba el Santo Padre y vi que era la mejor oportunidad para expresar lo que yo sentía que es el sentir de todos los cubanos”.
“Decidí asumir el reto que me tocaba porque alguien debía expresar lo que sentimos en voz alta para todo el mundo, así tan sencillo como eso”, se expresaba utilizando un teléfono público tras haberle cortado la comunicación a varios celulares que le llevaron hasta su hogar.
“Una vez detenido en el centro de operaciones de Versalles realmente no puedo decir que me maltrataran ni que me dieran golpes. Estoy siendo perseguido, vigilado y he estado bastante tiempo encerrado en mi casa”, explicó.
Hasta la fecha, declaró Carrión, por el único delito que se le acusa es por el de causar desórdenes públicos. También le hicieron firmar un documento bajo amenaza de utilizarlo en su contra en el juicio.
Entre los puntos que exigía el documento, según las declaraciones de Andrés Carrión, está su presentación todos los miércoles en la unidad donde se encontraba detenido, no salir a otro municipio fuera de Santiago de Cuba sin informarlo a la Seguridad del Estado ni reunirse con personas que compartan sus ideas políticas. Tampoco debe conceder entrevistas o manifestarse en contra del gobierno.
“Estoy preso todavía; lo único que hicieron fue ponerme en mi casa”, dijo, pero “ellos (la policía) deben de estar claros que eso no me iba a detener porque si hice algo como aquello yo no puedo tener miedo a asumir todo lo que va a venir después”.
Sobre lo espontáneo o no de su frase ¡Abajo el comunismo! Carrión agregó: “El ansia de libertad está en mí hace mucho tiempo. Al saber que venía el Sumo Pontífice decidí hacer esta acción. Lo había planificado dentro de lo posible”.
“Muchas personas se han acercado a mí, unos con más miedo, otros con menos” pero “la población sí me ha apoyado. No he sentido un rechazo como hubiese podido ser hace unos años”, concluyó.
“Yo llegué a un momento de ruptura; el miedo cedió ante la realidad y decidí asumir lo que pasara después de esto”, continuó declarando Andrés Carrión. “Así fue cómo pasó, aproveché que estaba el Santo Padre y vi que era la mejor oportunidad para expresar lo que yo sentía que es el sentir de todos los cubanos”.
“Decidí asumir el reto que me tocaba porque alguien debía expresar lo que sentimos en voz alta para todo el mundo, así tan sencillo como eso”, se expresaba utilizando un teléfono público tras haberle cortado la comunicación a varios celulares que le llevaron hasta su hogar.
“Una vez detenido en el centro de operaciones de Versalles realmente no puedo decir que me maltrataran ni que me dieran golpes. Estoy siendo perseguido, vigilado y he estado bastante tiempo encerrado en mi casa”, explicó.
Hasta la fecha, declaró Carrión, por el único delito que se le acusa es por el de causar desórdenes públicos. También le hicieron firmar un documento bajo amenaza de utilizarlo en su contra en el juicio.
Entre los puntos que exigía el documento, según las declaraciones de Andrés Carrión, está su presentación todos los miércoles en la unidad donde se encontraba detenido, no salir a otro municipio fuera de Santiago de Cuba sin informarlo a la Seguridad del Estado ni reunirse con personas que compartan sus ideas políticas. Tampoco debe conceder entrevistas o manifestarse en contra del gobierno.
“Estoy preso todavía; lo único que hicieron fue ponerme en mi casa”, dijo, pero “ellos (la policía) deben de estar claros que eso no me iba a detener porque si hice algo como aquello yo no puedo tener miedo a asumir todo lo que va a venir después”.
Sobre lo espontáneo o no de su frase ¡Abajo el comunismo! Carrión agregó: “El ansia de libertad está en mí hace mucho tiempo. Al saber que venía el Sumo Pontífice decidí hacer esta acción. Lo había planificado dentro de lo posible”.
“Muchas personas se han acercado a mí, unos con más miedo, otros con menos” pero “la población sí me ha apoyado. No he sentido un rechazo como hubiese podido ser hace unos años”, concluyó.