Ante la próxima visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, el estado de ánimo que prevalece entre los “valientes soldados de Cristo que han soportado la represión política” es el de “una profunda frustración”, según un artículo publicado en el The Wall Street Journal.
El periódico recuerda que durante 53 años, el “régimen totalitario de Cuba ha hecho de la vida un infierno para la población”, y gracias a una efectiva propaganda por parte del gobierno “los defensores cubanos de los derechos humanos han sufrido humillaciones con poco apoyo moral desde el extranjero”.
Luego de apuntar que el Sumo Pontífice no se reunirá con ninguno de esos cristianos que defienden los derechos humanos, quienes “han sufrido indescriptibles actos de terror" gubernamental, el Journal subraya que la desilusión no es término suficiente para describir “sus defraudadas esperanzas” ante la visita papal.
El diario cita al ex prisionero político Angel Moya como un ejemplo de lo que más preocupa en este momento a los disidentes en la isla: que el régimen trate de manipular la presencia del Papa en Cuba.
También reseña que la esposa de Moya, la Dama de Banco Berta Soler, quien “desde 2003 ha soportado golpizas, arrestos y el hostigamiento del régimen”--dice-- entregó por conducto del Nuncio en La Habana, una solicitud formal de las Damas para ver al Papa aunque sólo fuese por “un minuto”.
Numerosos otros cristianos han hecho peticiones similares, agrega, como es el caso del profesor de la universidad de Yale Carlos Eire, quien en su ruego al Pontífice escribió que “en una isla donde todo el mundo se ha convertido en un mendigo, (las Damas de Blanco) suplican por el más excepcional y precioso de todos los obsequios: su presencia”.
El diario señala que la oficina del cardenal cubano Jaime Ortega les respondió a las Damas que el programa del Papa en la isla es demasiado ajustado, después de lo que algunos disidentes se preguntan de qué lado está el cardenal.
“Aunque (Ortaga) recientemente ofició una misa por el convaleciente dictador venezolano Hugo Chávez, el pedido de (Berta) Soler para que diera una misa por los disidentes muertos no ha tenido respuesta”, precisa.
El Journal contrasta además que mientras la semana pasada 13 ocupantes fueron desalojados por la policía del Santuario Diocesano y Basílica Menor de Nuestra Señora de La Caridad en La Habana a pedido del cardenal Ortega, el Vaticano anunció que el Papa estará “disponible” si Fidel Castro quiere reunirse con él durante su visita a la isla.
“A menos que (el Sumo Pontífice) tenga algo escondido en la manga, la visita podría terminar siendo un burdo error de cálculo”, debido a que según el diario “los cubanos se saben rehenes dentro de su propio país”, y si se percibe que el Papa pasa por alto el hecho, eso no hará nada por fortalecer la Iglesia en Cuba.
El periódico recuerda que durante 53 años, el “régimen totalitario de Cuba ha hecho de la vida un infierno para la población”, y gracias a una efectiva propaganda por parte del gobierno “los defensores cubanos de los derechos humanos han sufrido humillaciones con poco apoyo moral desde el extranjero”.
Luego de apuntar que el Sumo Pontífice no se reunirá con ninguno de esos cristianos que defienden los derechos humanos, quienes “han sufrido indescriptibles actos de terror" gubernamental, el Journal subraya que la desilusión no es término suficiente para describir “sus defraudadas esperanzas” ante la visita papal.
El diario cita al ex prisionero político Angel Moya como un ejemplo de lo que más preocupa en este momento a los disidentes en la isla: que el régimen trate de manipular la presencia del Papa en Cuba.
También reseña que la esposa de Moya, la Dama de Banco Berta Soler, quien “desde 2003 ha soportado golpizas, arrestos y el hostigamiento del régimen”--dice-- entregó por conducto del Nuncio en La Habana, una solicitud formal de las Damas para ver al Papa aunque sólo fuese por “un minuto”.
Numerosos otros cristianos han hecho peticiones similares, agrega, como es el caso del profesor de la universidad de Yale Carlos Eire, quien en su ruego al Pontífice escribió que “en una isla donde todo el mundo se ha convertido en un mendigo, (las Damas de Blanco) suplican por el más excepcional y precioso de todos los obsequios: su presencia”.
El diario señala que la oficina del cardenal cubano Jaime Ortega les respondió a las Damas que el programa del Papa en la isla es demasiado ajustado, después de lo que algunos disidentes se preguntan de qué lado está el cardenal.
“Aunque (Ortaga) recientemente ofició una misa por el convaleciente dictador venezolano Hugo Chávez, el pedido de (Berta) Soler para que diera una misa por los disidentes muertos no ha tenido respuesta”, precisa.
El Journal contrasta además que mientras la semana pasada 13 ocupantes fueron desalojados por la policía del Santuario Diocesano y Basílica Menor de Nuestra Señora de La Caridad en La Habana a pedido del cardenal Ortega, el Vaticano anunció que el Papa estará “disponible” si Fidel Castro quiere reunirse con él durante su visita a la isla.
“A menos que (el Sumo Pontífice) tenga algo escondido en la manga, la visita podría terminar siendo un burdo error de cálculo”, debido a que según el diario “los cubanos se saben rehenes dentro de su propio país”, y si se percibe que el Papa pasa por alto el hecho, eso no hará nada por fortalecer la Iglesia en Cuba.