Bien se trate del control que tenía sobre la información o sobre los ingresos de la gente, “el poder (del régimen de Cuba) se está alejando del gobierno hacia los cubanos”, según la cadena de noticias canadiense CBCnews.
En un artículo titulado “El capitalismo de Castro, ¿cuánto está abriéndose Cuba?”, la página digital de CBC dice que cuando un Estado como tal, “ideológico, de un solo partido comienza a incorporar un poco de capitalismo, aunque sea al estilo Castro, es un poco como una explosión controlada”.
Luego señala los despidos masivos anunciados por el gobierno y cita a Rafael Hernández, director de la revista cultural Temas, diciendo que “muchos cubanos están revaluando cuán importante es tener un empleo permanente”, a pesar de que lo que ganaban con el gobierno no les alcanzaba para pagar las facturas.
Esa revaluación –dice la publicación—es señal de que el enclaustrado sistema de Cuba está cambiando tanto que de repente los trabajadores están en busca de estabilidad, pagada pobremente o no.
“Ciertamente el régimen de Castro --destaca-- no desea a cientos de miles de cubanos sentados sin hacer nada porque no tienen trabajo, dinero ni futuro (…) es difícil lidiar con una cantidad de desempleados de tal magnitud, en un país que una vez prometió a cada ciudadano empleo de por vida”.
El artículo dice que sigue habiendo piezas sueltas en un país donde “el concepto capitalista de riesgo y recompensa es nuevo para la mayoría de los cubanos”, que nacieron bajo el régimen comunista primero de Fidel Castro y ahora de su hermano Raúl.
“Y los cubanos se están quejando como nunca escuché que lo hicieran –dice la corresponsal de CBC Connie Watson--, al menos a un periodista extranjero (que siempre ha sido más riesgoso que hacerlo con otra persona)”.
Watson dice que mientras más jóvenes son los cubanos, “más impacientes están porque el sistema se abra y menos miedo tienen a hablar”, lo que podría deberse a que gracias a los teléfonos inteligentes, las computadoras e Internet, apunta, “no están intelectualmente tan asilados como (lo estuvieron) sus padres”
La articulista cita después la conclusión a la que arribó el profesor universitario Julio César Guanche: “Si la gente no depende del Estado para trabajar, eso les da más libertad”, lo que se traduce en “mucha menos capacidad para el Estado de ejercer el monopolio sobre la opinión”.
En un artículo titulado “El capitalismo de Castro, ¿cuánto está abriéndose Cuba?”, la página digital de CBC dice que cuando un Estado como tal, “ideológico, de un solo partido comienza a incorporar un poco de capitalismo, aunque sea al estilo Castro, es un poco como una explosión controlada”.
Luego señala los despidos masivos anunciados por el gobierno y cita a Rafael Hernández, director de la revista cultural Temas, diciendo que “muchos cubanos están revaluando cuán importante es tener un empleo permanente”, a pesar de que lo que ganaban con el gobierno no les alcanzaba para pagar las facturas.
Esa revaluación –dice la publicación—es señal de que el enclaustrado sistema de Cuba está cambiando tanto que de repente los trabajadores están en busca de estabilidad, pagada pobremente o no.
“Ciertamente el régimen de Castro --destaca-- no desea a cientos de miles de cubanos sentados sin hacer nada porque no tienen trabajo, dinero ni futuro (…) es difícil lidiar con una cantidad de desempleados de tal magnitud, en un país que una vez prometió a cada ciudadano empleo de por vida”.
El artículo dice que sigue habiendo piezas sueltas en un país donde “el concepto capitalista de riesgo y recompensa es nuevo para la mayoría de los cubanos”, que nacieron bajo el régimen comunista primero de Fidel Castro y ahora de su hermano Raúl.
“Y los cubanos se están quejando como nunca escuché que lo hicieran –dice la corresponsal de CBC Connie Watson--, al menos a un periodista extranjero (que siempre ha sido más riesgoso que hacerlo con otra persona)”.
Watson dice que mientras más jóvenes son los cubanos, “más impacientes están porque el sistema se abra y menos miedo tienen a hablar”, lo que podría deberse a que gracias a los teléfonos inteligentes, las computadoras e Internet, apunta, “no están intelectualmente tan asilados como (lo estuvieron) sus padres”
La articulista cita después la conclusión a la que arribó el profesor universitario Julio César Guanche: “Si la gente no depende del Estado para trabajar, eso les da más libertad”, lo que se traduce en “mucha menos capacidad para el Estado de ejercer el monopolio sobre la opinión”.