El ciclista paralímpico cubano Damián López Alfonso viajó a Israel para participar en la carrera “Ruedas de amor”, un torneo de cinco días destinado a recolectar fondos para el hospital Alyn de Jerusalén, el único centro de rehabilitación pediátrica y para adolescentes de ese país.
De niño—destaca el diario israelí Hareetz, que lo entrevistó— López Alfonso se destacó por su destreza en los pedales pero un día su papalote se enredó en unos cables eléctricos y al tratar de zafarlo se electrocutó. Sobrevivió de milagro pero perdió los dos antebrazos y el rostro le quedó completamente desfigurado.
Dando muestras de una entereza sin par, a pesar de ser discapacitado, se propuso ser un as de la bicicleta y hoy a los 37 años es un hábil corredor miembro del equipo nacional de ciclismo de Cuba, el año pasado compitió en los Juegos Paralímpicos de Londres y llegó a la meta en quinto lugar.
El hospital Alyn da tratamiento a niños árabes e israelíes nacidos con padecimientos congénitos o lesionados como López Alonso, bien producto de accidentes o de ataques terroristas.
En sus 14 años de existencia el torneo “Ruedas de amor” ha recaudado $20 millones para el hospital, y se trata del mayor evento deportivo con fines de caridad en el país, en el que participan cientos de ciclistas de todo el mundo.
Haaretz destaca que el viaje del cubano a Israel fue organizado por un estudiante de cuarto año de medicina que cursa la carrera en Tel Aviv, Rafi Fredman, de 26 años, de St. Louis, Missouri, EE.UU., quien conoció al ciclista en julio pasado.
Fredman, que no habla español y no tenía experiencia recolectando fondos, vio sin embargo en el ejemplo de López Alonso algo tan convincente que logró recaudar $5 mil 241 dólares para cubrir el viaje del cubano a Israel y donar al hospital el resto.
Pero el ciclista no solo ha servido de admiración a Fredman sino también a otros como la ciclista estadounidense Tracy Lea quien conoció al cubano en un campeonato panamericano en Cuba en 2002, y regresó a EE.UU. decidida a ayudarlo.
Respaldada por un grupo de entusiastas neoyorquinos, Lea consiguió traer a López Alonso a EE.UU. para someterlo a una cirugía de reconstrucción facial en el centro médico académico de Langone, en Nueva York.
López Alfonso, que sigue viviendo en una modesta vivienda en La Habana con su madre—subraya Haaretz—y se gana algún dinero reparando bicicletas en el patio de su casa, ha sido ayudado además por instituciones extranjeras.
Hanger Inc. le proporcionó prótesis que coloca en sus brazos cuando monta bicicleta, señala; las firmas Fuji Nikes y Shimano le han donado equipo: Oakley le proporcionó espejuelos de sol; y la Fundación Challenged Athletes (Atletas con discapacidades) le ha subvencionado miles de dólares para ayudarlo a inscribirse en carreras internacionales.
López Alonso dijo al periódico Haaretz que está en Israel gracias a la bondad de otros. “Me he encontrado con muchos ángeles a lo largo del camino”, sentenció.
De niño—destaca el diario israelí Hareetz, que lo entrevistó— López Alfonso se destacó por su destreza en los pedales pero un día su papalote se enredó en unos cables eléctricos y al tratar de zafarlo se electrocutó. Sobrevivió de milagro pero perdió los dos antebrazos y el rostro le quedó completamente desfigurado.
Dando muestras de una entereza sin par, a pesar de ser discapacitado, se propuso ser un as de la bicicleta y hoy a los 37 años es un hábil corredor miembro del equipo nacional de ciclismo de Cuba, el año pasado compitió en los Juegos Paralímpicos de Londres y llegó a la meta en quinto lugar.
El hospital Alyn da tratamiento a niños árabes e israelíes nacidos con padecimientos congénitos o lesionados como López Alonso, bien producto de accidentes o de ataques terroristas.
En sus 14 años de existencia el torneo “Ruedas de amor” ha recaudado $20 millones para el hospital, y se trata del mayor evento deportivo con fines de caridad en el país, en el que participan cientos de ciclistas de todo el mundo.
Haaretz destaca que el viaje del cubano a Israel fue organizado por un estudiante de cuarto año de medicina que cursa la carrera en Tel Aviv, Rafi Fredman, de 26 años, de St. Louis, Missouri, EE.UU., quien conoció al ciclista en julio pasado.
Fredman, que no habla español y no tenía experiencia recolectando fondos, vio sin embargo en el ejemplo de López Alonso algo tan convincente que logró recaudar $5 mil 241 dólares para cubrir el viaje del cubano a Israel y donar al hospital el resto.
Pero el ciclista no solo ha servido de admiración a Fredman sino también a otros como la ciclista estadounidense Tracy Lea quien conoció al cubano en un campeonato panamericano en Cuba en 2002, y regresó a EE.UU. decidida a ayudarlo.
Respaldada por un grupo de entusiastas neoyorquinos, Lea consiguió traer a López Alonso a EE.UU. para someterlo a una cirugía de reconstrucción facial en el centro médico académico de Langone, en Nueva York.
López Alfonso, que sigue viviendo en una modesta vivienda en La Habana con su madre—subraya Haaretz—y se gana algún dinero reparando bicicletas en el patio de su casa, ha sido ayudado además por instituciones extranjeras.
Hanger Inc. le proporcionó prótesis que coloca en sus brazos cuando monta bicicleta, señala; las firmas Fuji Nikes y Shimano le han donado equipo: Oakley le proporcionó espejuelos de sol; y la Fundación Challenged Athletes (Atletas con discapacidades) le ha subvencionado miles de dólares para ayudarlo a inscribirse en carreras internacionales.
López Alonso dijo al periódico Haaretz que está en Israel gracias a la bondad de otros. “Me he encontrado con muchos ángeles a lo largo del camino”, sentenció.