El final de la era en que los alimentos importados entraban libre de impuestos a Cuba provocó que de repente la Terminal 2 del aeropuerto internacional de La Habana se viera abarrotada de equipajes, según reseña un artículo publicado por BBC News.
La publicación señala que después de que el Gobierno reimpuso el pago de gravámenes sobre todas las importaciones de comida, las familias y negocios batallaron por procurarse la mayor cantidad posible de suministros antes de que la medida entrara en vigor.
“El último día de impuestos libres—dice—, el número de vuelos chárter desde EE.UU. se duplicó a 22. Las aerolíneas tuvieron que añadir otros 10 aviones sólo para transportar el exceso de equipaje, en su mayoría comida, según un funcionario del aeropuerto”.
En 2008, a los pasajeros se les permitió llevar libre de impuestos alimentos con fines no comerciales a isla, agrega, como una medida temporal para que familiares en el extranjero ayudaran a los suyos tras una serie de devastadores huracanes.
Pero en un país de escaseces—precisa—, la medida fue rápidamente utilizada con fines lucrativos y aprovechada por los mensajeros de bultos, más conocidos como “mulas”, que con frecuencia viajan de EE.UU. a la isla.
El artículo destaca que en virtud de que las importaciones comerciales no son permitidas por las autoridades, los nuevos negocios que “han florecido” últimamente como los “paladares” han dependido de las “mulas” para sus suministros.
BBC cita a una de esas “mulas”, un tal Eduardo, quien le dijo que a diferencia de las remesas de dinero y de la ropa que llevan la isla ya no podrán hacerlo más con los alimentos. “Pesan mucho, no será lucrativo”.
Como no existe comercio mayorista en Cuba, las “mulas” han estado llenando esa brecha. “Es una forma de vida aquí, la gente depende de cosas que le envían de afuera..y están muy preocupados”, dijo la dueña de un restaurante mexicano, Ángela Hernández, que importa de México y de Miami las especias que necesita.
Tomás Erasmo, quien fue chef de Fidel Castro y recientemente abrió un paladar, dijo a BBC estar “aterrado” por la medida, y aunque describió como violadores del embargo a las “mulas”, puntualizó que la población se verá mucho más perjudicada que los dueños de restaurantes.
“La gente también trae comida para su familia. Tienes necesidades, y hasta que el Estado no pueda resolver ese problema creo que debemos ser flexibles”, indicó.
El artículo concluye diciendo que Eduardo, la “mula”, tiene confianza en que se solucionará alguna otra ruta de suministros para los negocios, aunque a mayor precio. Pero algunas familias, asegura, sienten que han perdido su salvación.
Sobre las “mulas”, el activista Jorge Corrales, residente de Guantánamo, dijo a martinoticias.com que el Gobierno acepta “simple y llanamente” que los cuentapropistas paguen el impuesto, porque “es una manera que tiene el régimen de incrementar sus ingresos”.
Manifestó que la policía y los inspectores no interfieren y “se limitan a mantener el control para saber la cantidad de mercancia que tiene el trabajador por cuenta propia” y lo que él “tiene que ingresar al Estado”.
Corrales recordó que “al principio eso era algo que se hacía de una manera clandestina (…) ahora se ha incrementado, porque no es solamente Estados Unidos, y no es solamente sobre los alimentos, también hay mulas que traen calzado y ropa de Honduras y de otros países latinoamericanos ”, señaló Corrales.
Desde la isla, un ciudadano llamado Raúl opina sobre la nueva medida del Gobierno de cobrar impuestos aduaneros a todos los alimentos importados.
Desde Cienfuegos, el señor Pupo señaló a Radio Martí que este impuesto aduanero en los alimentos importados solamente beneficiará al gobierno cubano.
Desde Camajuaní, Villa Clara, Joaquín de León, indicó que el aumento de los precios de los aranceles aduanales impuestos en la Isla no benefician al pueblo.
La publicación señala que después de que el Gobierno reimpuso el pago de gravámenes sobre todas las importaciones de comida, las familias y negocios batallaron por procurarse la mayor cantidad posible de suministros antes de que la medida entrara en vigor.
“El último día de impuestos libres—dice—, el número de vuelos chárter desde EE.UU. se duplicó a 22. Las aerolíneas tuvieron que añadir otros 10 aviones sólo para transportar el exceso de equipaje, en su mayoría comida, según un funcionario del aeropuerto”.
En 2008, a los pasajeros se les permitió llevar libre de impuestos alimentos con fines no comerciales a isla, agrega, como una medida temporal para que familiares en el extranjero ayudaran a los suyos tras una serie de devastadores huracanes.
Pero en un país de escaseces—precisa—, la medida fue rápidamente utilizada con fines lucrativos y aprovechada por los mensajeros de bultos, más conocidos como “mulas”, que con frecuencia viajan de EE.UU. a la isla.
El artículo destaca que en virtud de que las importaciones comerciales no son permitidas por las autoridades, los nuevos negocios que “han florecido” últimamente como los “paladares” han dependido de las “mulas” para sus suministros.
BBC cita a una de esas “mulas”, un tal Eduardo, quien le dijo que a diferencia de las remesas de dinero y de la ropa que llevan la isla ya no podrán hacerlo más con los alimentos. “Pesan mucho, no será lucrativo”.
Como no existe comercio mayorista en Cuba, las “mulas” han estado llenando esa brecha. “Es una forma de vida aquí, la gente depende de cosas que le envían de afuera..y están muy preocupados”, dijo la dueña de un restaurante mexicano, Ángela Hernández, que importa de México y de Miami las especias que necesita.
Tomás Erasmo, quien fue chef de Fidel Castro y recientemente abrió un paladar, dijo a BBC estar “aterrado” por la medida, y aunque describió como violadores del embargo a las “mulas”, puntualizó que la población se verá mucho más perjudicada que los dueños de restaurantes.
“La gente también trae comida para su familia. Tienes necesidades, y hasta que el Estado no pueda resolver ese problema creo que debemos ser flexibles”, indicó.
El artículo concluye diciendo que Eduardo, la “mula”, tiene confianza en que se solucionará alguna otra ruta de suministros para los negocios, aunque a mayor precio. Pero algunas familias, asegura, sienten que han perdido su salvación.
Sobre las “mulas”, el activista Jorge Corrales, residente de Guantánamo, dijo a martinoticias.com que el Gobierno acepta “simple y llanamente” que los cuentapropistas paguen el impuesto, porque “es una manera que tiene el régimen de incrementar sus ingresos”.
Manifestó que la policía y los inspectores no interfieren y “se limitan a mantener el control para saber la cantidad de mercancia que tiene el trabajador por cuenta propia” y lo que él “tiene que ingresar al Estado”.
Corrales recordó que “al principio eso era algo que se hacía de una manera clandestina (…) ahora se ha incrementado, porque no es solamente Estados Unidos, y no es solamente sobre los alimentos, también hay mulas que traen calzado y ropa de Honduras y de otros países latinoamericanos ”, señaló Corrales.
Desde la isla, un ciudadano llamado Raúl opina sobre la nueva medida del Gobierno de cobrar impuestos aduaneros a todos los alimentos importados.
Desde Cienfuegos, el señor Pupo señaló a Radio Martí que este impuesto aduanero en los alimentos importados solamente beneficiará al gobierno cubano.
Desde Camajuaní, Villa Clara, Joaquín de León, indicó que el aumento de los precios de los aranceles aduanales impuestos en la Isla no benefician al pueblo.