Armando Rodríguez fue uno de un puñado de clérigos metodistas que opusieron resistencia al nuevo régimen de Fidel Castro, cuando en su primera década en el poder declaró irrelevante la religión y desterró a muchos de sus líderes, mientras otros huían.
Con el tiempo, Rodríguez consiguió reagrupar a los fieles y refundar la iglesia. Llegó a ser el Obispo Metodista de Cuba, un puesto que ocupó por 22 años hasta 1991. Ya retirado, a sus 83 años, vive anónimamente en Lakeland, en el centro-oeste de la Florida.
Pero su historia --de niño en la finca de su familia, dedicada a cultivar caña de azúcar; después como contador de una gran empresa azucarera; y luego en medio de la convulsión política en su isla natal y su impacto en la infraestructura religiosa de Cuba-- se ha preservado junto con las de los otros floridanos interesantes.
La publicación local The Ledger señala que el mérito es de Mike Denham, profesor de historia y director del Centro de Historia de la Florida adscrito al Florida Southern College de Lakeland.
“Es una historia increíble", dice Denham. "El movimiento metodista, a pesar de toda la opresión, fue capaz de mantenerse con vida. Esa fue probablemente la mayor contribución de Armando. Debería tener en alguna parte una estatua dedicada a él".
Durante sus entrevistas con Denham, Rodríguez relató cómo el gobierno de Castro se dispuso a destruir la iglesia y la fe cristianas.
“Libraban toda una batalla a través de los diarios y toda la propaganda revolucionaria, y le decían a la gente a través de la radio, la televisión y los periódicos que la fe cristiana era algo del pasado, no de los nuevos tiempos. Los nuevos tiempos en Cuba serían para el trabajo científico, la educación, la cultura, etc".
En una reciente tarde en su casa cerca de Florida Southern College, Rodríguez relató cómo los laicos metodistas activos en Cuba suman hoy 30 000 o más, y otras denominaciones también han sobrevivido.
Pero él rechaza atribuirse el mérito. "Todo lo que hice en la iglesia fue por la gracia de Dios. Me di cuenta de que la iglesia necesitaba en ese momento la ayuda de un pastor".
Su hijo Armando Jr., pastor de la Iglesia John Wesley United Methodist Church en Tallahassee, está orgulloso de su padre.
"Básicamente salvó a las iglesias [metodistas] en Cuba de ser cerradas por el gobierno. Ellos estaban tratando de estrangularla poco a poco. Mi padre dijo: ' No, yo (en lugar de huir del país) me voy a quedar, para mantener las iglesias abiertas".
Con el tiempo, Rodríguez consiguió reagrupar a los fieles y refundar la iglesia. Llegó a ser el Obispo Metodista de Cuba, un puesto que ocupó por 22 años hasta 1991. Ya retirado, a sus 83 años, vive anónimamente en Lakeland, en el centro-oeste de la Florida.
Pero su historia --de niño en la finca de su familia, dedicada a cultivar caña de azúcar; después como contador de una gran empresa azucarera; y luego en medio de la convulsión política en su isla natal y su impacto en la infraestructura religiosa de Cuba-- se ha preservado junto con las de los otros floridanos interesantes.
La publicación local The Ledger señala que el mérito es de Mike Denham, profesor de historia y director del Centro de Historia de la Florida adscrito al Florida Southern College de Lakeland.
“Es una historia increíble", dice Denham. "El movimiento metodista, a pesar de toda la opresión, fue capaz de mantenerse con vida. Esa fue probablemente la mayor contribución de Armando. Debería tener en alguna parte una estatua dedicada a él".
Durante sus entrevistas con Denham, Rodríguez relató cómo el gobierno de Castro se dispuso a destruir la iglesia y la fe cristianas.
“Libraban toda una batalla a través de los diarios y toda la propaganda revolucionaria, y le decían a la gente a través de la radio, la televisión y los periódicos que la fe cristiana era algo del pasado, no de los nuevos tiempos. Los nuevos tiempos en Cuba serían para el trabajo científico, la educación, la cultura, etc".
En una reciente tarde en su casa cerca de Florida Southern College, Rodríguez relató cómo los laicos metodistas activos en Cuba suman hoy 30 000 o más, y otras denominaciones también han sobrevivido.
Pero él rechaza atribuirse el mérito. "Todo lo que hice en la iglesia fue por la gracia de Dios. Me di cuenta de que la iglesia necesitaba en ese momento la ayuda de un pastor".
Su hijo Armando Jr., pastor de la Iglesia John Wesley United Methodist Church en Tallahassee, está orgulloso de su padre.
"Básicamente salvó a las iglesias [metodistas] en Cuba de ser cerradas por el gobierno. Ellos estaban tratando de estrangularla poco a poco. Mi padre dijo: ' No, yo (en lugar de huir del país) me voy a quedar, para mantener las iglesias abiertas".