“Salí enferma de la prisión, hipertensa… tengo secuelas en mi cuerpo por una huelga, con una forunculosis. En una huelga que hice en mayo pasado un coronel me dijo: '¡Grita, que nadie de tu gente te va a oír!', Yo estaba metida en un sótano”, han sido las primeras palabras de la activista de derechos humanos Madelaine Lázara Caraballo, al salir de la prisión después de un año y medio de encierro.
Madelaine adquirió el virus del VIH-SIDA por medio de una transfusión de sangre que recibió. Ahora la han liberado bajo ‘libertad condicional’, una medida jurídica que la mantiene al borde del retorno a la cárcel: Le exigen que esa ‘libertad” la pague trabajando para el gobierno, pero ahí radica una contradicción: ella laboraba como trabajadora por cuenta propia.
“Ellos (las autoridades) quieren que yo vaya el 6 de mayo al tribunal para incorporarme a trabajarle al gobierno, yo soy una persona enferma”, comenta Madelaine, y explica que cuando la apresaron el 3 de octubre de 2012 trabajaba como cuentapropista en una cafetería, y ahora, 18 meses después no aparecen ni su licencia para ejercer esta labor ni el carné que la acredita como tal. “Se ha perdido todo”, lamenta.
Caraballo, integrante del Partido Republicano de Cuba y de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) intentó aquel infausto octubre apoyar a una familia que desalojaban en La Habana Vieja. Cuando vio que los niños y las madres serían desalojados comenzó a gritar "¡Abajo la Dictadura!", y de inmediato fue detenida por la Seguridad del Estado, según confirmó entonces desde prisión a la Agencia Hablemos Press.
Cuando entró a prisión, Caraballo Betancourt, dejó a su hija de entonces 12 años a merced de la caridad pública. Su madre enferma, de 83 años de edad, no pudo ocuparse de la menor, y ahora la encuentra recluida en un centro de reeducación para menores del Ministerio del Interior.
Gladis Yandi Fernández Caraballo se llama la menor, que en ausencia de la madre comenzó a deambular por La Habana y llegar tarde a casa. “Dicen que tuvo problemas en la unidad (policial) de (la calle) Dragones y decidieron meterla para la escuela llamada ‘El combinadito”, no me han dicho nada del tiempo en que estará recluida. Ya ha tenido problemas con las guardias y otras niñas, por su manera de pensar”, afirma Madelaine.
En una entrevista, la abuela de 83 años, Zoila Betancourt, dijo que la menor visitaba a Madelaine en prisión pues ella no podía trasladarse a esa distancia. Ahora la octogenaria es “una enferma de cáncer generalizado”, asegura Caraballo, y se lamenta, pues su hijo más pequeño está bajo los cuidados del padre.
Por la protesta que protagonizó frente a sus vecinos en La Habana Vieja fue acusada de varios delitos que figuran en el Código Penal, a saber: “desorden público, Art. 200.1.2, Desacato, Art. 144.1, Instigación a delinquir, Art. 202.1.3 y resistencia, Art. 143.1, para una sanción única y conjunta de tres años de privación de libertad”, como se pudo leer en acta entregada por la Mayor Zeida Hernández González, jefa de Reeducación de la Prisión-Sanatorio de San José de las lajas.
Al salir en libertad se mantienen varios de estos ‘errores’. Dania Virgen García, una periodista independiente que se encargó de comunicar el caso a los medios, cree que se trata de algo intencional.
“En la carta de libertad le ponen Desacato como delito, ahora, en la carta que ella debe presentar ante el juez de ejecución le ponen Atentado”, señala García. Y en el supuesto caso de que la obliguen a trabajar con el gobierno, la abocarían otra vez a prisión, pues “Madelaine dice que le pueden revocar la causa, porque no le va a trabajar al gobierno; que va a decir que es una ex presa política y una defensora de los derechos humanos”, concluye la reportera independiente.
Madelaine adquirió el virus del VIH-SIDA por medio de una transfusión de sangre que recibió. Ahora la han liberado bajo ‘libertad condicional’, una medida jurídica que la mantiene al borde del retorno a la cárcel: Le exigen que esa ‘libertad” la pague trabajando para el gobierno, pero ahí radica una contradicción: ella laboraba como trabajadora por cuenta propia.
“Ellos (las autoridades) quieren que yo vaya el 6 de mayo al tribunal para incorporarme a trabajarle al gobierno, yo soy una persona enferma”, comenta Madelaine, y explica que cuando la apresaron el 3 de octubre de 2012 trabajaba como cuentapropista en una cafetería, y ahora, 18 meses después no aparecen ni su licencia para ejercer esta labor ni el carné que la acredita como tal. “Se ha perdido todo”, lamenta.
Caraballo, integrante del Partido Republicano de Cuba y de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) intentó aquel infausto octubre apoyar a una familia que desalojaban en La Habana Vieja. Cuando vio que los niños y las madres serían desalojados comenzó a gritar "¡Abajo la Dictadura!", y de inmediato fue detenida por la Seguridad del Estado, según confirmó entonces desde prisión a la Agencia Hablemos Press.
Una familia rota
Cuando entró a prisión, Caraballo Betancourt, dejó a su hija de entonces 12 años a merced de la caridad pública. Su madre enferma, de 83 años de edad, no pudo ocuparse de la menor, y ahora la encuentra recluida en un centro de reeducación para menores del Ministerio del Interior.
Gladis Yandi Fernández Caraballo se llama la menor, que en ausencia de la madre comenzó a deambular por La Habana y llegar tarde a casa. “Dicen que tuvo problemas en la unidad (policial) de (la calle) Dragones y decidieron meterla para la escuela llamada ‘El combinadito”, no me han dicho nada del tiempo en que estará recluida. Ya ha tenido problemas con las guardias y otras niñas, por su manera de pensar”, afirma Madelaine.
En una entrevista, la abuela de 83 años, Zoila Betancourt, dijo que la menor visitaba a Madelaine en prisión pues ella no podía trasladarse a esa distancia. Ahora la octogenaria es “una enferma de cáncer generalizado”, asegura Caraballo, y se lamenta, pues su hijo más pequeño está bajo los cuidados del padre.
Camino de piedra hacia la prisión
El proceso legal contra Caraballo Betancourt estuvo lleno de irregularidades.Por la protesta que protagonizó frente a sus vecinos en La Habana Vieja fue acusada de varios delitos que figuran en el Código Penal, a saber: “desorden público, Art. 200.1.2, Desacato, Art. 144.1, Instigación a delinquir, Art. 202.1.3 y resistencia, Art. 143.1, para una sanción única y conjunta de tres años de privación de libertad”, como se pudo leer en acta entregada por la Mayor Zeida Hernández González, jefa de Reeducación de la Prisión-Sanatorio de San José de las lajas.
Al salir en libertad se mantienen varios de estos ‘errores’. Dania Virgen García, una periodista independiente que se encargó de comunicar el caso a los medios, cree que se trata de algo intencional.
“En la carta de libertad le ponen Desacato como delito, ahora, en la carta que ella debe presentar ante el juez de ejecución le ponen Atentado”, señala García. Y en el supuesto caso de que la obliguen a trabajar con el gobierno, la abocarían otra vez a prisión, pues “Madelaine dice que le pueden revocar la causa, porque no le va a trabajar al gobierno; que va a decir que es una ex presa política y una defensora de los derechos humanos”, concluye la reportera independiente.
Agradecimientos a Norma Miranda por la entrevista telefónica con Madelaine L. Caraballo desde La Habana, Cuba.