El edificio situado en la calle Monte, esquina a Rastro, en Centro Habana, donde viven 4 familias, compuestas de 11 personas, incluyendo 3 menores y 3 mujeres ha sufrido derrumbes en el pasillo y algunas partes del techo pero los funcionarios de la Dirección Municipal de la Vivienda no han tomado acciones a fin de evitar incidentes peores, destaca en un reporte Arnaldo Ramos Lauzurique de la Red Cubana de Comunicadores.
El local a punto de derrumbarse que tenía en los bajos una tintorería se encuentra apuntalado desde hace más de 20 años. En un costado tiene un letrero que prohíbe arrojar escombros y basuras y los residentes de la localidad cumplen con ello de forma estricta porque los desechos los arrojan en el interior del edificio.
El agua pútrida corre por la acera y adentro, es imposible respirar.
Algunas partes del techo se han derrumbado.Ya una parte del piso del pasillo se derrumbó hace casi un año, según cuentan Santiago Solier Castillo y Antonio Jail Carrazábal y agregan que fueron al lugar funcionarios de la Dirección Municipal la Vivienda del Poder Popular, pero se limitaron a poner unas tablas y jamás volvieron.
Santiago Solier es procedente de la región oriental del país, y vive allí hace 20 años de forma ilegal, al igual que el resto de los vecinos.
Aunque nada les ha resuelto las autoridades a estas personas que se mantienen en un constante peligro para sus vidas, en el lugar parece reinar la resignación.
Y es que no tienen otra solución para vivir en el país de la justicia social.
Según plantean los vecinos en horas de la noche en los bajos pululan las ratas y los hurones. Como si fuera poco, tienen pintado en letras rojas en una de las chapas de zinc, que cubre la planta baja del local, un letrero que dice: “Akí hay un foco de aedes”, que también es un símbolo de que en el país hay un foco de faltas de ortografía.
Los vecinos de este lugar son víctimas de varios de los graves problemas sociales por lo que atraviesa el país: la falta de vivienda, la pobreza extrema y las epidemias; pero lo más grave es que no tienen la esperanza que en un futuro cercano se resuelva alguno de ellos, concluye Ramos Lauzurique.