El director de Fondo Editorial Casa, de Casa de las Américas, Roberto Zurbano, declaró que para los negros en Cuba la revolución no ha comenzado, y que la realidad de las reformas depende del color de tu piel.
En una nota de opinión en el diario The New York Times, Zurbano dice que las ridículas prohibiciones en Cuba, como la de comprar un teléfono celular o dormir en un hotel, han sido eliminadas, pero esos no son reformas, sino medidas para hacer más normal la vida en Cuba.
Destaca que la realidad de esos cambios depende del color de tu piel, pues los negros no están bien posicionados para aprovechar los nuevos espacios de libertad económica en el sector privado.
En ese sentido, afirma que la exclusión racial en Cuba continuó después de su independencia en 1902, y aún sigue siendo un problema.
Explica que los blancos han podido acceder a la economía de mercado, donde hay dólares y negocios privados, pero que la pluralidad de los negros sigue estando en el viejo orden socialista de trabajos gubernamentales y salarios de 20 dólares por mes.
Las remesas de Miami van a los blancos, quienes residen en casas mejores que pueden ser convertidas a restaurantes o pequeños hoteles. Los negros, dice Zurbano, tienen menos dinero y propiedad, y deben encarar el racismo que permea la sociedad.
Por ejemplo, hasta hace poco, los administradores de hoteles sólo contrataban a blancos, para supuestamente no ofender a los europeos.
Ese tipo de socialismo es menos tolerado hoy en día, pero la representación de la población negra en el turismo sigue siendo muy baja.
Raúl Castro reconoce el problema y ha tomado algunas medidas, como incrementar el número de maestros negros y de representantes negros en la Asamblea Nacional. Pero aún hay mucho que hacer, asevera.
Uno de los problemas, señala Zurbano, es que el racismo en Cuba era tema tabú, y plantear dudas sobre el progreso racial era equivalente a un acto contrarrevolucionario.
En los años 80 aumentó el número de doctores y maestros negros, pero en los años 90 los negros fueron excluidos del lucrativo sector del turismo, y hoy en día, hay pocos negros en las esferas de la economía y política, y muchos en la economía subterránea.
Zurbano expresa su deseo es en el 2018, tras la anunciada renuncia de Raúl Castro, el movimiento antiracista haya crecido, y propicie mejoras para la comunidad.
Un importante primer paso será poner fin a la manipulación de las estadísticas del censo que pone a los negros como menos del 20 por ciento de la población, afirma Zurbano.
Añade Roberto Zurbano que el fin del gobierno de los Castro será el fin de una era, y que su anhelo es que las mujeres, los negros y la gente joven puedan llevar al país a tener más igualdad de oportunidad y una ciudadanía total para los cubanos de todos los colores.
En una nota de opinión en el diario The New York Times, Zurbano dice que las ridículas prohibiciones en Cuba, como la de comprar un teléfono celular o dormir en un hotel, han sido eliminadas, pero esos no son reformas, sino medidas para hacer más normal la vida en Cuba.
Destaca que la realidad de esos cambios depende del color de tu piel, pues los negros no están bien posicionados para aprovechar los nuevos espacios de libertad económica en el sector privado.
En ese sentido, afirma que la exclusión racial en Cuba continuó después de su independencia en 1902, y aún sigue siendo un problema.
Explica que los blancos han podido acceder a la economía de mercado, donde hay dólares y negocios privados, pero que la pluralidad de los negros sigue estando en el viejo orden socialista de trabajos gubernamentales y salarios de 20 dólares por mes.
Las remesas de Miami van a los blancos, quienes residen en casas mejores que pueden ser convertidas a restaurantes o pequeños hoteles. Los negros, dice Zurbano, tienen menos dinero y propiedad, y deben encarar el racismo que permea la sociedad.
Por ejemplo, hasta hace poco, los administradores de hoteles sólo contrataban a blancos, para supuestamente no ofender a los europeos.
Ese tipo de socialismo es menos tolerado hoy en día, pero la representación de la población negra en el turismo sigue siendo muy baja.
Raúl Castro reconoce el problema y ha tomado algunas medidas, como incrementar el número de maestros negros y de representantes negros en la Asamblea Nacional. Pero aún hay mucho que hacer, asevera.
Uno de los problemas, señala Zurbano, es que el racismo en Cuba era tema tabú, y plantear dudas sobre el progreso racial era equivalente a un acto contrarrevolucionario.
En los años 80 aumentó el número de doctores y maestros negros, pero en los años 90 los negros fueron excluidos del lucrativo sector del turismo, y hoy en día, hay pocos negros en las esferas de la economía y política, y muchos en la economía subterránea.
Zurbano expresa su deseo es en el 2018, tras la anunciada renuncia de Raúl Castro, el movimiento antiracista haya crecido, y propicie mejoras para la comunidad.
Un importante primer paso será poner fin a la manipulación de las estadísticas del censo que pone a los negros como menos del 20 por ciento de la población, afirma Zurbano.
Añade Roberto Zurbano que el fin del gobierno de los Castro será el fin de una era, y que su anhelo es que las mujeres, los negros y la gente joven puedan llevar al país a tener más igualdad de oportunidad y una ciudadanía total para los cubanos de todos los colores.