El joven político español Angel Carromero declaró al diario The Washington Post que el gobierno de Cuba causó la muerte de los disidentes cubanos Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero, y que la versión oficial sobre lo ocurrido es una mentira.
Carromero dice que él conducía el auto, y a su derecha estaba el político sueco Aron Modig, y sentados atrás Payá y Cepero, cuando fueron embestidos con fuerza por un vehículo que los seguía en una carretera de la provincia Granma.
El joven explicó que estuvieron seguidos durante todo el trayecto y que al entrar en Bayamo fueron vigilados desde un viejo auto Lada de color rojo, al que se unió otro, más nuevo, de chapa azul (estatal).
"Con bastante frecuencia yo lo miraba a través del espejo retrovisor y podía ver a los dos ocupantes del auto mirándonos agresivamente. Yo tenía miedo, pero Oswaldo me dijo que no me detuviera si ellos no nos lo indicaban o nos forzaban a hacerlo. Conduje con cuidado, sin darles razón alguna para detenernos. La última vez que miré por el espejo, me di cuenta de que el auto se había acercado demasiado -y de repente sentí un impacto estruendoso por detrás.
Perdí el control del auto y también la conciencia -o eso es lo que creo, porque, a partir de ese momento, mis recuerdos no son claros, quizás por los medicamentos que me suministraron. Cuando recuperé el conocimiento, me habían puesto en una furgoneta moderna. No sé cómo había llegado hasta allí, pero ni Oswaldo, ni Harold, ni Aron estaban dentro del vehículo. Pensé que era extraño que sólo fuera yo y supuse que el resto de ellos no necesitaban antención en el hospital."
Tras el incidente, Carromero fue puesto en un van muy moderno y llevado inconsciente a un hospital en Bayamo, y que la primera persona que le habló fue una agente uniformada del Ministerio del Interior. En ese momento le dijo a la funcionaria que el auto fue golpeado por otro.
Estaba rodeado por soldados uniformados. Una enfermera me dijo que me iban a poner una línea intravenosa (IV) para extraerme sangre y sedarme. Recuerdo que me siguieron extrayendo sangre y cambiándome la línea constantemente, lo que realmente me preocupó. Todavía tengo las marcas de eso. Pasé las siguientes semanas medio sedado, y sin saber exactamente lo que me habían inyectado en mi cuerpo.
Posteriormente el hospital fue militarizado y Carromero llevado a una cárcel de Bayamo, lo que describió como la peor experiencia de su vida.
Una vez que salí del hospital, me llevaron a una cárcel en Bayamo. Es lo peor que yo he vivido jamás. Yo estuve en régimen incomunicado, sin poder ver la luz del día. Caminábamos entre las cucarachas hasta que me pusieron en la celda de la enfermería, junto con otro preso cubano. Las condiciones eran deplorables. Un chorro de agua caía desde el techo una vez al día, el inodoro no tenía tanque y se podía usar solo cuando tenías un cubo de agua para tirárselo después a la taza. La celda estaba llena de insectos que me despertaban cada vez que caían sobre mi cuerpo. Aunque no recuerdo casi nada específico de aquellos días, las imágenes vienen a mí -y solo deseo que fueran pesadillas y no recuerdos.
En medio de esa situación, Carromero afirma que fue obligado a mentir y aceptar la versión oficial en un video:
El video que las autoridades dieron a conocer se grabó en esas circunstancias. Como los espectadores pueden ver, mi cara y mi ojo izquierdo están muy hinchados, y yo hablo como si estuviera drogado. Cuando un oficial me dio un cuaderno en el que se exponía la versión oficial del gobierno cubano, yo me limité a leer declaraciones de ese cuaderno. De hecho, usted puede verme leyendo expresiones cubanas que yo no conocía, como "accidente de tránsito" (en España es "accidente de tráfico"), y puede verme dirigiendo la mirada hacia la esquina derecha, que era donde estaba parado el oficial que sostenía las notas. Yo tenía la esperanza de que nadie podría creer que el video hubiera sido libremente grabado , o que lo que yo decía allí correspondía a lo que realmente sucedió.
Carromero explica al Washington Post que decidió hablar sobre la realidad de los hechos tras haberse reunido en Madrid con Rosa María Payá, hija de Oswaldo Payá.
No sólo soy inocente -yo soy una víctima más, que también podría estar muerto ahora. Sé que esta decisión podría provocar más ataques brutales contra mí de los medios de comunicación desde Cuba, pero no merezco ser considerado culpable de homicidio involuntario, y, sobre todo, yo no podría vivir siendo cómplice con mi silencio.
No sé lo que me dieron por línea intravenosa en Cuba, pero sigo teniendo grandes lapsos de memoria. Lo que no han podido lograr es que me olvide de Oswaldo, una de las personas que más me han impresionado en mi vida. Él es el verdadero protagonista de esta pesadilla. Él fue una persona excepcional y nunca lo olvidaré.
Fragmentos de la entrevista tomados de una traducción de Café Fuerte.
Por su parte la viuda del opositor cubano Oswaldo Payá, Ofelia Acevedo, dijo a Radio Martí que fue muy valiente Angel Carromero al confirmar que la muerte de su esposo y del también disidente y Harold Cepero no fue accidental.
"Le agradezco a Carromero que haya tenido el valor de decirlo porque nunca es lo mismo lo que dice la familia que lo dicho por uno de los sobrevivientes", apuntó Acevedo.
Ofelia Acevedo reiteró que su familia nunca aceptó la versión del gobierno cubano de que había ocurrido un accidente casual.
Carromero dice que él conducía el auto, y a su derecha estaba el político sueco Aron Modig, y sentados atrás Payá y Cepero, cuando fueron embestidos con fuerza por un vehículo que los seguía en una carretera de la provincia Granma.
El joven explicó que estuvieron seguidos durante todo el trayecto y que al entrar en Bayamo fueron vigilados desde un viejo auto Lada de color rojo, al que se unió otro, más nuevo, de chapa azul (estatal).
"Con bastante frecuencia yo lo miraba a través del espejo retrovisor y podía ver a los dos ocupantes del auto mirándonos agresivamente. Yo tenía miedo, pero Oswaldo me dijo que no me detuviera si ellos no nos lo indicaban o nos forzaban a hacerlo. Conduje con cuidado, sin darles razón alguna para detenernos. La última vez que miré por el espejo, me di cuenta de que el auto se había acercado demasiado -y de repente sentí un impacto estruendoso por detrás.
Perdí el control del auto y también la conciencia -o eso es lo que creo, porque, a partir de ese momento, mis recuerdos no son claros, quizás por los medicamentos que me suministraron. Cuando recuperé el conocimiento, me habían puesto en una furgoneta moderna. No sé cómo había llegado hasta allí, pero ni Oswaldo, ni Harold, ni Aron estaban dentro del vehículo. Pensé que era extraño que sólo fuera yo y supuse que el resto de ellos no necesitaban antención en el hospital."
Tras el incidente, Carromero fue puesto en un van muy moderno y llevado inconsciente a un hospital en Bayamo, y que la primera persona que le habló fue una agente uniformada del Ministerio del Interior. En ese momento le dijo a la funcionaria que el auto fue golpeado por otro.
Estaba rodeado por soldados uniformados. Una enfermera me dijo que me iban a poner una línea intravenosa (IV) para extraerme sangre y sedarme. Recuerdo que me siguieron extrayendo sangre y cambiándome la línea constantemente, lo que realmente me preocupó. Todavía tengo las marcas de eso. Pasé las siguientes semanas medio sedado, y sin saber exactamente lo que me habían inyectado en mi cuerpo.
Posteriormente el hospital fue militarizado y Carromero llevado a una cárcel de Bayamo, lo que describió como la peor experiencia de su vida.
Una vez que salí del hospital, me llevaron a una cárcel en Bayamo. Es lo peor que yo he vivido jamás. Yo estuve en régimen incomunicado, sin poder ver la luz del día. Caminábamos entre las cucarachas hasta que me pusieron en la celda de la enfermería, junto con otro preso cubano. Las condiciones eran deplorables. Un chorro de agua caía desde el techo una vez al día, el inodoro no tenía tanque y se podía usar solo cuando tenías un cubo de agua para tirárselo después a la taza. La celda estaba llena de insectos que me despertaban cada vez que caían sobre mi cuerpo. Aunque no recuerdo casi nada específico de aquellos días, las imágenes vienen a mí -y solo deseo que fueran pesadillas y no recuerdos.
En medio de esa situación, Carromero afirma que fue obligado a mentir y aceptar la versión oficial en un video:
El video que las autoridades dieron a conocer se grabó en esas circunstancias. Como los espectadores pueden ver, mi cara y mi ojo izquierdo están muy hinchados, y yo hablo como si estuviera drogado. Cuando un oficial me dio un cuaderno en el que se exponía la versión oficial del gobierno cubano, yo me limité a leer declaraciones de ese cuaderno. De hecho, usted puede verme leyendo expresiones cubanas que yo no conocía, como "accidente de tránsito" (en España es "accidente de tráfico"), y puede verme dirigiendo la mirada hacia la esquina derecha, que era donde estaba parado el oficial que sostenía las notas. Yo tenía la esperanza de que nadie podría creer que el video hubiera sido libremente grabado , o que lo que yo decía allí correspondía a lo que realmente sucedió.
Carromero explica al Washington Post que decidió hablar sobre la realidad de los hechos tras haberse reunido en Madrid con Rosa María Payá, hija de Oswaldo Payá.
No sólo soy inocente -yo soy una víctima más, que también podría estar muerto ahora. Sé que esta decisión podría provocar más ataques brutales contra mí de los medios de comunicación desde Cuba, pero no merezco ser considerado culpable de homicidio involuntario, y, sobre todo, yo no podría vivir siendo cómplice con mi silencio.
No sé lo que me dieron por línea intravenosa en Cuba, pero sigo teniendo grandes lapsos de memoria. Lo que no han podido lograr es que me olvide de Oswaldo, una de las personas que más me han impresionado en mi vida. Él es el verdadero protagonista de esta pesadilla. Él fue una persona excepcional y nunca lo olvidaré.
Fragmentos de la entrevista tomados de una traducción de Café Fuerte.
Por su parte la viuda del opositor cubano Oswaldo Payá, Ofelia Acevedo, dijo a Radio Martí que fue muy valiente Angel Carromero al confirmar que la muerte de su esposo y del también disidente y Harold Cepero no fue accidental.
"Le agradezco a Carromero que haya tenido el valor de decirlo porque nunca es lo mismo lo que dice la familia que lo dicho por uno de los sobrevivientes", apuntó Acevedo.
Ofelia Acevedo reiteró que su familia nunca aceptó la versión del gobierno cubano de que había ocurrido un accidente casual.