Como en estos tiempos lo que 'vende' es el morbo, no faltan periodistas extranjeros dispuestos a anotarse puntos, por la divulgación de videos, grabados con cámara oculta, donde muestran a deportistas cubanos tratando de buscarse unas pocas divisas con la venta de artículos de uso personal o traídos de la isla.
En los Panamericanos de Río de Janeiro 2007, TV Globo mostró imágenes de atletas cubanos vendiendo sus uniformes en dólares. Ahora en los Juegos Olímpicos cogieron 'in fraganti', tratando de vender una caja de tabacos, al lanzador de la bala Carlos Véliz Wilburt (Manicaragua, Villa Clara, 1987), quien ha quedado más conocido por su 'candongueo' que por su curriculum deportivo.
Es penoso que un atleta cubano ande en el 'cambalache', sobre todo cuando se supone está representando a su país. Pero no es algo nuevo ni exclusivo de los deportistas: desde hace bastante tiempo, músicos y artistas, entre otros nacionales autorizados a participar en eventos en el exterior, consiguen cajas de tabaco, botellas de ron, discos, souvenirs y hasta cadenas de oro, con intención de venderlos y obtener dólares o euros.
A lo mejor con las libras esterlinas que pedía por la caja de tabaco, Véliz necesitaba adquirir algo que vio a buen precio. O llevar de vuelta a casa todo el dinero que lograra reunir en Londres y en las 'shoppings' habaneras comprarle cosas a los suyos. O guardarlo para empezar a arreglar su casa o comprarse un auto en el futuro.
El culpable de ese 'meroliqueo' no son los deportistas, músicos y artistas. Es el régimen de los Castro, que llevan 53 años en el poder, viviendo bien ellos, sus familiares y sus incondicionales, sin importarles las miserables condiciones de vida de la mayoría de la población, ni el alarmante deterioro de viviendas y calles, en particular en La Habana, cada vez más parecida a una ciudad acabada de bombardear.
En marzo de 2012 la libreta de racionamiento cumplió medio siglo. A pesar de los mercados agropecuarios, la escasez de alimentos sigue siendo un volcán dormido para Raúl Castro. La ropa, el calzado y los artículos de aseo también son una bomba de relojería: si la carne de cerdo, frijoles, frutas y hortalizas se pueden adquirir con pesos cubanos, para poder vestirse, calzarse, echarse desodorante y lavarse la cabeza, los cubanos necesitan CUC (pesos convertibles).
Desde hace más de 40 años, los llamados 'cooperantes' -médicos, sanitarios, entrenadores deportivos y otros especialistas- realizan labores humanitarias o 'misiones internacionalistas', como les dice el gobierno, en naciones africanas, asiáticas, caribeñas y latinoamericanas. Ser escogido para 'cumplir misión' es el anhelo de muchos profesionales en Cuba. Al margen de que es una vía para escapar, es una de las pocas posibilidades que tienen de reunir una buena cantidad de divisas.
El 'pacotilleo' no es exclusivo de 'cooperantes', deportistas, músicos y artistas, entre otros. Igualmente lo hacen cubanos comunes y corrientes. El caso más conocido es el de los residentes en Ecuador y Venezuela, aunque históricamente el mayor volumen de mercaderías hacia la isla ha procedido de la Florida.
Pese a las nuevas y draconianas regulaciones aduanales aprobadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular en su última sesión, la 'pacotilla', sea cual sea su procedencia, seguirá haciéndole la vida menos dura a los cubanos y continuará nutriendo las tiendas ambulantes que hoy proliferan por toda la isla.
Probablemente Carlos Véliz sea sancionado. Pero el castigo no impedirá que cuando los deportistas viajen a competencias en otros países, traten de conseguir divisas por su cuenta. Claro, en lo adelante se cuidarán de las cámaras ocultas de unos periodistas extranjeros que prefieren ensañarse con las víctimas y no con los verdaderos culpables de que las personas caigan en el trapicheo.
La gente tiene que luchar por su supervivencia y la de su familia. Los más de 50 años de penurias y escasez del régimen de los Castro, lamentablemente, ha convertido a los cubanos en 'merolicos'. Y eso no provoca risa. Da ganas de llorar.
En los Panamericanos de Río de Janeiro 2007, TV Globo mostró imágenes de atletas cubanos vendiendo sus uniformes en dólares. Ahora en los Juegos Olímpicos cogieron 'in fraganti', tratando de vender una caja de tabacos, al lanzador de la bala Carlos Véliz Wilburt (Manicaragua, Villa Clara, 1987), quien ha quedado más conocido por su 'candongueo' que por su curriculum deportivo.
Es penoso que un atleta cubano ande en el 'cambalache', sobre todo cuando se supone está representando a su país. Pero no es algo nuevo ni exclusivo de los deportistas: desde hace bastante tiempo, músicos y artistas, entre otros nacionales autorizados a participar en eventos en el exterior, consiguen cajas de tabaco, botellas de ron, discos, souvenirs y hasta cadenas de oro, con intención de venderlos y obtener dólares o euros.
A lo mejor con las libras esterlinas que pedía por la caja de tabaco, Véliz necesitaba adquirir algo que vio a buen precio. O llevar de vuelta a casa todo el dinero que lograra reunir en Londres y en las 'shoppings' habaneras comprarle cosas a los suyos. O guardarlo para empezar a arreglar su casa o comprarse un auto en el futuro.
El culpable de ese 'meroliqueo' no son los deportistas, músicos y artistas. Es el régimen de los Castro, que llevan 53 años en el poder, viviendo bien ellos, sus familiares y sus incondicionales, sin importarles las miserables condiciones de vida de la mayoría de la población, ni el alarmante deterioro de viviendas y calles, en particular en La Habana, cada vez más parecida a una ciudad acabada de bombardear.
En marzo de 2012 la libreta de racionamiento cumplió medio siglo. A pesar de los mercados agropecuarios, la escasez de alimentos sigue siendo un volcán dormido para Raúl Castro. La ropa, el calzado y los artículos de aseo también son una bomba de relojería: si la carne de cerdo, frijoles, frutas y hortalizas se pueden adquirir con pesos cubanos, para poder vestirse, calzarse, echarse desodorante y lavarse la cabeza, los cubanos necesitan CUC (pesos convertibles).
Desde hace más de 40 años, los llamados 'cooperantes' -médicos, sanitarios, entrenadores deportivos y otros especialistas- realizan labores humanitarias o 'misiones internacionalistas', como les dice el gobierno, en naciones africanas, asiáticas, caribeñas y latinoamericanas. Ser escogido para 'cumplir misión' es el anhelo de muchos profesionales en Cuba. Al margen de que es una vía para escapar, es una de las pocas posibilidades que tienen de reunir una buena cantidad de divisas.
El 'pacotilleo' no es exclusivo de 'cooperantes', deportistas, músicos y artistas, entre otros. Igualmente lo hacen cubanos comunes y corrientes. El caso más conocido es el de los residentes en Ecuador y Venezuela, aunque históricamente el mayor volumen de mercaderías hacia la isla ha procedido de la Florida.
Pese a las nuevas y draconianas regulaciones aduanales aprobadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular en su última sesión, la 'pacotilla', sea cual sea su procedencia, seguirá haciéndole la vida menos dura a los cubanos y continuará nutriendo las tiendas ambulantes que hoy proliferan por toda la isla.
Probablemente Carlos Véliz sea sancionado. Pero el castigo no impedirá que cuando los deportistas viajen a competencias en otros países, traten de conseguir divisas por su cuenta. Claro, en lo adelante se cuidarán de las cámaras ocultas de unos periodistas extranjeros que prefieren ensañarse con las víctimas y no con los verdaderos culpables de que las personas caigan en el trapicheo.
La gente tiene que luchar por su supervivencia y la de su familia. Los más de 50 años de penurias y escasez del régimen de los Castro, lamentablemente, ha convertido a los cubanos en 'merolicos'. Y eso no provoca risa. Da ganas de llorar.