Alberto Reyes Pías, asegura que la oposición “no existe en la cola del pan” pero “tal y como está pensada y montada la sociedad cubana no funciona; un cambio es necesario”.
Reyes, nació y creció en la ciudad camagueyana de Florida; y hoy es el Párroco de Guáimaro, un lugar emblemático de la misma provincia donde los cubanos aprobaron a mediados del siglo XIX, la Primera Constitución de la República en Armas que entonces luchaba por su independencia.
Para este sacerdote que ha llamado la atención por la profundidad de su mensaje pastoral, encarnado en la realidad que le ha tocado vivir, el Guáimaro de hoy es igual a cualquier “pueblito” del interior del país.
Alberto no es político sino párroco, sin embargo, no deja de pensar en el destino de la tierra que lo vio nacer como lo hicieran Félix Varela y otros tantos hombres de fe.
“Este sistema político ya no tiene nada que ofrecer”, dice quien ha vivido 44 de los 53 años del socialismo castrista y advierte la necesidad de cambio porque ve agotadas las posibilidades del sistema.
“El principal problema es cómo hacer ese cambio de forma pacífica e incluyente” porque puede haber “violencia” y “desquite” en un pueblo donde “hay mucha gente herida”, reflexiona Reyes, durante una entrevista telefónica concedida a martínoticias. com, mientras recuerda que fue recriminado de niño por sus ideas religiosas en su natal Florida.
Su vida transcurría como la de cualquier joven: comenzó a estudiar Medicina y tenía su novia pero Dios se le interpuso en su camino. Abandonó su carrera en el tercer año, pasó cuatro más como seminarista y todavía se sentía enfadado cuando lo enviaron a Roma a continuar sus estudios hasta que en España se encontró con su verdadera vocación. Estudió Sicología de 2004 al 2009 en la Universidad Pontificia Comillas en España y regresó a su patria donde se ordenó como sacerdote.
Capaz de enfrentarse al Partido Comunista de Cuba por pedir en su Iglesia por el descanso de Orlando Zapata Tamayo, hoy piensa por qué la iglesia se ha convertido en el mejor interlocutor de los cubanos:
“Si fuésemos más interlocutores el diálogo sería más rico pero mientras la oposición no se organice y defina de un modo más claro no va a tener fuerzas como interlocutor”. “La gente no dice desde la oposición dijeron… es como si no existiera para la vida cotidiana”.
La salida a la crisis política de Cuba debe hacerse desde la “reconciliación” y el “perdón”. Así lo reza en su iglesia y en todos los lugares donde va porque no se “considera un bicho raro”. Mucha gente cree como él; “el pueblo cubano está vivo”en su deseo de “cambio”.
En sus homilías, insiste en que “cuando uno le da la espalda a Dios la vida se le traba. Esa es una cuenta pendiente para este pueblo” que siente mucho “miedo”, afirma. “Es una lástima pero es normal” en tanto el gobierno sea el principal empleador y las personas dependan de los mecanismos estatales para sustentarse.
En medio de la gente de pueblo, le preocupa mucho la situación de la familia cubana, a la cual describe “sin energías” y en “una cuesta arriba” contra las “circunstancias” que son “muy duras”. “La lucha de la sobrevivencia diaria no ayuda a que las familias se integren; por otra parte están el tema de las misiones” en el extranjero que alivian una situación económica a costa de abandonar a los seres queridos.
Aunque su libro Historia de una resistencia no tiene que ver con la política sino con su vocación y la oposición que le hizo a Dios cuando a los 18 años renunció a su novia para dedicarse al sacerdocio, se resiste “a vegetar; a rendirte en cuanto a perseguir los valores que amas. En ese sentido, surge el Evangelio diciéndote lo mismo que Jesús: Levántate y anda. Me resisto a morirme por dentro”, concluyó.
Reyes, nació y creció en la ciudad camagueyana de Florida; y hoy es el Párroco de Guáimaro, un lugar emblemático de la misma provincia donde los cubanos aprobaron a mediados del siglo XIX, la Primera Constitución de la República en Armas que entonces luchaba por su independencia.
Para este sacerdote que ha llamado la atención por la profundidad de su mensaje pastoral, encarnado en la realidad que le ha tocado vivir, el Guáimaro de hoy es igual a cualquier “pueblito” del interior del país.
Alberto no es político sino párroco, sin embargo, no deja de pensar en el destino de la tierra que lo vio nacer como lo hicieran Félix Varela y otros tantos hombres de fe.
“Este sistema político ya no tiene nada que ofrecer”, dice quien ha vivido 44 de los 53 años del socialismo castrista y advierte la necesidad de cambio porque ve agotadas las posibilidades del sistema.
“El principal problema es cómo hacer ese cambio de forma pacífica e incluyente” porque puede haber “violencia” y “desquite” en un pueblo donde “hay mucha gente herida”, reflexiona Reyes, durante una entrevista telefónica concedida a martínoticias. com, mientras recuerda que fue recriminado de niño por sus ideas religiosas en su natal Florida.
Su vida transcurría como la de cualquier joven: comenzó a estudiar Medicina y tenía su novia pero Dios se le interpuso en su camino. Abandonó su carrera en el tercer año, pasó cuatro más como seminarista y todavía se sentía enfadado cuando lo enviaron a Roma a continuar sus estudios hasta que en España se encontró con su verdadera vocación. Estudió Sicología de 2004 al 2009 en la Universidad Pontificia Comillas en España y regresó a su patria donde se ordenó como sacerdote.
Capaz de enfrentarse al Partido Comunista de Cuba por pedir en su Iglesia por el descanso de Orlando Zapata Tamayo, hoy piensa por qué la iglesia se ha convertido en el mejor interlocutor de los cubanos:
“Si fuésemos más interlocutores el diálogo sería más rico pero mientras la oposición no se organice y defina de un modo más claro no va a tener fuerzas como interlocutor”. “La gente no dice desde la oposición dijeron… es como si no existiera para la vida cotidiana”.
La salida a la crisis política de Cuba debe hacerse desde la “reconciliación” y el “perdón”. Así lo reza en su iglesia y en todos los lugares donde va porque no se “considera un bicho raro”. Mucha gente cree como él; “el pueblo cubano está vivo”en su deseo de “cambio”.
En sus homilías, insiste en que “cuando uno le da la espalda a Dios la vida se le traba. Esa es una cuenta pendiente para este pueblo” que siente mucho “miedo”, afirma. “Es una lástima pero es normal” en tanto el gobierno sea el principal empleador y las personas dependan de los mecanismos estatales para sustentarse.
En medio de la gente de pueblo, le preocupa mucho la situación de la familia cubana, a la cual describe “sin energías” y en “una cuesta arriba” contra las “circunstancias” que son “muy duras”. “La lucha de la sobrevivencia diaria no ayuda a que las familias se integren; por otra parte están el tema de las misiones” en el extranjero que alivian una situación económica a costa de abandonar a los seres queridos.
Aunque su libro Historia de una resistencia no tiene que ver con la política sino con su vocación y la oposición que le hizo a Dios cuando a los 18 años renunció a su novia para dedicarse al sacerdocio, se resiste “a vegetar; a rendirte en cuanto a perseguir los valores que amas. En ese sentido, surge el Evangelio diciéndote lo mismo que Jesús: Levántate y anda. Me resisto a morirme por dentro”, concluyó.