Martín Guevara ha escrito un libro donde intenta explicarle a la gente el peligro de seguir los mitos a ciegas, máxime si esa ideología que se sigue está emparentada con "los millones de muertos que le costó al pueblo ruso, la enorme mentira de la sociedad del hombre perfecto", y que en Cuba se tradujo en "el hombre nuevo".
Entre sus ocupaciones se encuentra la de 'alimentar' El blog de Martín Guevara, donde hace un repaso de su vida en la isla y su relación con la burocracia criolla. Este sobrino del Che Guevara viajó a Cuba, donde vivió por 12 años, desde 1988. En la isla gozó de los privilegios que el guerrillero Guevara promulgaba como lujos burgueses. Ahora reside en España y ha venido a Miami a presentar su libro A la sombra de un mito, Alexandria Library, 2014 y conversó con Martinoticias.com.
¿Cuáles de las ‘sombras’ de tu libro nos llevan a algunos secretos de la cúpula castrista o del ambiente en que viviste?
El libro trata fundamentalmente del peso de ese mito sobre un niño adolescente que va comprobando que todo lo que se dice oficialmente, es tan real como los reyes magos. El trato de un memoir donde narro, cuento, muestro más que señalo, aquellas contradicciones y paradojas que vivíamos, y además reflexiones de aquel muchacho frente a todo ello, también contar La Habana de los años '70 y ‘80 lo considero junto a amigos de mi generación, algo necesario, ya que en aquellos años había una estricta censura en todos los terrenos artísticos, culturales y por supuesto periodísticos. Pero en terrenos de secretos mi aporte sería insignificante y además no es el tipo de literatura que mejor me siento haciendo.
Trato de poner en relieve las contradicciones, las paradojas, tales como por ejemplo, es la de que desde el primer día que llegamos a La Habana en que nos fueron a buscar al (aeropuerto) Boyeros y nos llevaron al Habana Libre para vivir con todos los gastos pagos y todos los privilegios, me dijeron que mi tío había luchado y muerto para hacer un mundo donde todos tuviesen los mismos derechos y las mismas cosas, y no hubiese nadie mejor que nadie, y ese mismo hecho me convertía en ciudadano VIP
¿Qué señales nos serían difíciles descifrar?
El libro está hecho cuidando la forma narrativa, con sentido del humor fundamentalmente autocrítico, y sobre todo muy comprensible, pero no porque al escribirlo haya intentado vehicularlo de mejor modo a la mayor cantidad de personas, sino porque era el lenguaje de ese muchacho, que creo que es un lenguaje universal, que las cosas que le interesaban en lo fundamental, suelen ser las mismas cosas que le interesan a todas las personas, luego la intensidad de los barnices a veces hace que olvidemos la esencia de las cosas.
¿Qué impresiones tuviste al ver al “tío” en todos los muros, al no parecerte a él?
En los muros, en los libros, en las canciones, en los congresos, en la televisión, en las fotos de las casas, y sobre todo en la frase que como pionero, debía declamar cada mañana, a la pregunta del monitor: ¡Pioneros por el comunismo! ¡“Seremos como el Che!” Precisamente en eso profundizo en el relato.
Eso ciertamente funcionaba de diferentes maneras en mi cabeza, primero como un orgullo, ya que yo lo viví como si tuviese un Sandokán, un Tarzán en la familia, luego de manera traumática, porque en la medida que la testosterona me iba subiendo, yo necesitaba sentirme viril, sentirme el mejor, y ese tío era inigualable, en todos los aspectos de esa virilidad que nuestro machismo congénito reclama más allá de nuestras intenciones, él me ganaba de antemano, y también era buen escritor, un buen lector, en fin, esa figura aunque no fue la paterna, sí lo fue en parte porque mi padre recibió todo ese mandato divino de manos de su hermano, no es que mi tío lo conminó a nada, pero él se sintió impelido, y dedicó su vida a creer en esas utopías que en los años sesenta y setenta se intentaban conseguir con métodos muy poco naifs, muy poco utópicos!
Entonces la intensidad del mensaje de mi tío lo tuve en mi padre, que sí se lo creyó, y pasó preso muchos años en Argentina con muchas privaciones, digamos que ni él ni su hermana Celia jamás vivieron ni un ápice mejor sus vidas por ser hermanos del Che, sino siempre peor, siempre con más dificultades, no hicieron lo mismo que la familia que se quedó en Cuba, en los cuales me incluyo, que era vivir mejor que los demás.
Creo que el poder en Cuba le dio la espalda, y que después de muerto les fue muy útil para amalgamar a la gente, les sirvió más muerto que vivo, esto no es opinión, son hechos.
¿Cuánto te costó entender la naturaleza torcida del Che Guevara?
Lo de la naturaleza torcida es una definición que no contemplo, lo veo desde otro ángulo.
En el libro A la sombra de un mito expongo mis puntos de vista desde toda la vida con la mayor naturalidad, generalmente son en defensa de las minorías, de los sectores que son marginados por pensar diferente, por lumpen, por comportamientos no adecuados para un familiar del poder, pero no por oposición política, soy de esa generación del rock y las libertades individuales que desconfía enormemente de todo mensaje político mesiánico, de todo aquél que dice venir para mejorar nuestras vidas, “si de verdad te importo, pues déjame tranquilo y vete lo más lejos posible” solemos decir.
En ese sentido cierta imagen institucional de el Che era totalmente opuesta a lo que yo creía o manifestaba, pero con el tiempo al alejarme de su sombra vivir en sociedades que no sabían nada de mi parentesco, tener amistades, trabajos, una vida cotidiana que no tenía nada que ver con ello, cuando me volví a acercar a mi tío precisamente para dar mi versión de esa obra bufa llamada Revolución cubana, cuando recurrí a esa imagen, mi sangre en esta familia de Guevaras, de Lynches, de tantos aventureros, recuperé aquellas cosas suyas que lo habían hecho un ser único, un aventurero romántico que curaba leprosos y viajaba en moto y daba su abrigo a un mendigo, que, antes de haber conocido la batalla armada, y sobre todo la perdición del poder, habían sido un sello suyo y lo acercaban en efecto a esos rockeros de los años '50.
La crítica hacia las políticas o los hechos de la vida de mi tío que más dolieron a sus opositores, no me corresponde a mi hacerla por varias razones, primero que todo porque no me tocó vivir su época, yo hablo suficientemente claro en oposición a los gerontes que secuestraron la voluntad del pueblo en Cuba, y luego puntualmente las vivencias de lo que yo conocí, de lo que quedó, de lo que nadie me puede discutir, lo que vieron mis ojos. Luego porque es el hermano de mi tía y de mi padre a quienes les tengo especial cariño y respeto aunque pensemos diferente en cuanto a estos temas.
Ahora que has exorcizado “la perturbación”, ¿sabes que en Cuba se sigue adoctrinando con el mito sobre el que has escrito? ¿Qué esperas de tu libro al respecto?
En mi libro hablo un poco sobre como lo que hace años que exorcicé fue mi perturbación con respecto de este mito. Y lo que me gustaría decirle a la gente, es que las virtudes y defectos del Che, eran las de una persona de carne y hueso, que se mete en una espiral definida.
Con la misma tolerancia que les exijo a los dictadores de todo signo político, yo no me meto en la forma de pensar de nadie siempre y cuando su libertad no transgreda ni afecte el espacio del prójimo, y si cada uno quiere adorar a las figuras que quiera no me compete meterme, ya que tampoco permito intromisiones en mi forma de pensar ni en mis gustos, e incluso entendería que así como se eligen íconos, fetiches para representar un sentimiento, una rebeldía, se tome a mi tío, se lo una a Lennon y a Marley, pero que si se va a profundizar en esa ideología, ya la cosa cambia, que se sea muy cuidadoso y se estudie mucho acerca de los millones de muertos que le costó al pueblo ruso, la enorme mentira de la sociedad del hombre perfecto, de la atrofia, de la desaparición de estímulos generacionales, y la represión que significó para Cuba esa sociedad del hombre nuevo, que dejó un hombre alienado detrás del dinero más que en una sociedad capitalista, acomplejado de su nacionalidad frente a cualquier extranjero, desconfiado de todo poder, de toda ética, de toda moral, del Estado, de las instituciones, de las reglas.
Esa misma sociedad que ahora es conducida de a poco a la negación de la Utopía que propusieron hace más de medio siglo por sus propios creadores, sin la más mínima autocrítica, aquellos que estigmatizaban, enajenaban o encarcelaban a cualquiera que no fuese familia del poder, por mostrar la más mínima simpatía al progreso económico individual, que tengan cautela a la hora de seguir cualquier sonido de cualquier clarín que los invite a enajenarse de sus verdaderos sueños e intereses, de cualquier ideología por preciosa que parezca.
El mundo entero hay que cambiarlo, pero cuidado si en ese afán derribamos los pocos logros universales, recordemos que el único instante en la Historia de la humanidad, en que el más paupérrimo ser humano tiene el mismo peso que el más influyente de los lobistas, es precisamente en el momento del voto.
Entre sus ocupaciones se encuentra la de 'alimentar' El blog de Martín Guevara, donde hace un repaso de su vida en la isla y su relación con la burocracia criolla. Este sobrino del Che Guevara viajó a Cuba, donde vivió por 12 años, desde 1988. En la isla gozó de los privilegios que el guerrillero Guevara promulgaba como lujos burgueses. Ahora reside en España y ha venido a Miami a presentar su libro A la sombra de un mito, Alexandria Library, 2014 y conversó con Martinoticias.com.
¿Cuáles de las ‘sombras’ de tu libro nos llevan a algunos secretos de la cúpula castrista o del ambiente en que viviste?
El libro trata fundamentalmente del peso de ese mito sobre un niño adolescente que va comprobando que todo lo que se dice oficialmente, es tan real como los reyes magos. El trato de un memoir donde narro, cuento, muestro más que señalo, aquellas contradicciones y paradojas que vivíamos, y además reflexiones de aquel muchacho frente a todo ello, también contar La Habana de los años '70 y ‘80 lo considero junto a amigos de mi generación, algo necesario, ya que en aquellos años había una estricta censura en todos los terrenos artísticos, culturales y por supuesto periodísticos. Pero en terrenos de secretos mi aporte sería insignificante y además no es el tipo de literatura que mejor me siento haciendo.
Trato de poner en relieve las contradicciones, las paradojas, tales como por ejemplo, es la de que desde el primer día que llegamos a La Habana en que nos fueron a buscar al (aeropuerto) Boyeros y nos llevaron al Habana Libre para vivir con todos los gastos pagos y todos los privilegios, me dijeron que mi tío había luchado y muerto para hacer un mundo donde todos tuviesen los mismos derechos y las mismas cosas, y no hubiese nadie mejor que nadie, y ese mismo hecho me convertía en ciudadano VIP
¿Qué señales nos serían difíciles descifrar?
El libro está hecho cuidando la forma narrativa, con sentido del humor fundamentalmente autocrítico, y sobre todo muy comprensible, pero no porque al escribirlo haya intentado vehicularlo de mejor modo a la mayor cantidad de personas, sino porque era el lenguaje de ese muchacho, que creo que es un lenguaje universal, que las cosas que le interesaban en lo fundamental, suelen ser las mismas cosas que le interesan a todas las personas, luego la intensidad de los barnices a veces hace que olvidemos la esencia de las cosas.
¿Qué impresiones tuviste al ver al “tío” en todos los muros, al no parecerte a él?
En los muros, en los libros, en las canciones, en los congresos, en la televisión, en las fotos de las casas, y sobre todo en la frase que como pionero, debía declamar cada mañana, a la pregunta del monitor: ¡Pioneros por el comunismo! ¡“Seremos como el Che!” Precisamente en eso profundizo en el relato.
Eso ciertamente funcionaba de diferentes maneras en mi cabeza, primero como un orgullo, ya que yo lo viví como si tuviese un Sandokán, un Tarzán en la familia, luego de manera traumática, porque en la medida que la testosterona me iba subiendo, yo necesitaba sentirme viril, sentirme el mejor, y ese tío era inigualable, en todos los aspectos de esa virilidad que nuestro machismo congénito reclama más allá de nuestras intenciones, él me ganaba de antemano, y también era buen escritor, un buen lector, en fin, esa figura aunque no fue la paterna, sí lo fue en parte porque mi padre recibió todo ese mandato divino de manos de su hermano, no es que mi tío lo conminó a nada, pero él se sintió impelido, y dedicó su vida a creer en esas utopías que en los años sesenta y setenta se intentaban conseguir con métodos muy poco naifs, muy poco utópicos!
Entonces la intensidad del mensaje de mi tío lo tuve en mi padre, que sí se lo creyó, y pasó preso muchos años en Argentina con muchas privaciones, digamos que ni él ni su hermana Celia jamás vivieron ni un ápice mejor sus vidas por ser hermanos del Che, sino siempre peor, siempre con más dificultades, no hicieron lo mismo que la familia que se quedó en Cuba, en los cuales me incluyo, que era vivir mejor que los demás.
Creo que el poder en Cuba le dio la espalda, y que después de muerto les fue muy útil para amalgamar a la gente, les sirvió más muerto que vivo, esto no es opinión, son hechos.
¿Cuánto te costó entender la naturaleza torcida del Che Guevara?
Lo de la naturaleza torcida es una definición que no contemplo, lo veo desde otro ángulo.
En el libro A la sombra de un mito expongo mis puntos de vista desde toda la vida con la mayor naturalidad, generalmente son en defensa de las minorías, de los sectores que son marginados por pensar diferente, por lumpen, por comportamientos no adecuados para un familiar del poder, pero no por oposición política, soy de esa generación del rock y las libertades individuales que desconfía enormemente de todo mensaje político mesiánico, de todo aquél que dice venir para mejorar nuestras vidas, “si de verdad te importo, pues déjame tranquilo y vete lo más lejos posible” solemos decir.
En ese sentido cierta imagen institucional de el Che era totalmente opuesta a lo que yo creía o manifestaba, pero con el tiempo al alejarme de su sombra vivir en sociedades que no sabían nada de mi parentesco, tener amistades, trabajos, una vida cotidiana que no tenía nada que ver con ello, cuando me volví a acercar a mi tío precisamente para dar mi versión de esa obra bufa llamada Revolución cubana, cuando recurrí a esa imagen, mi sangre en esta familia de Guevaras, de Lynches, de tantos aventureros, recuperé aquellas cosas suyas que lo habían hecho un ser único, un aventurero romántico que curaba leprosos y viajaba en moto y daba su abrigo a un mendigo, que, antes de haber conocido la batalla armada, y sobre todo la perdición del poder, habían sido un sello suyo y lo acercaban en efecto a esos rockeros de los años '50.
La crítica hacia las políticas o los hechos de la vida de mi tío que más dolieron a sus opositores, no me corresponde a mi hacerla por varias razones, primero que todo porque no me tocó vivir su época, yo hablo suficientemente claro en oposición a los gerontes que secuestraron la voluntad del pueblo en Cuba, y luego puntualmente las vivencias de lo que yo conocí, de lo que quedó, de lo que nadie me puede discutir, lo que vieron mis ojos. Luego porque es el hermano de mi tía y de mi padre a quienes les tengo especial cariño y respeto aunque pensemos diferente en cuanto a estos temas.
Ahora que has exorcizado “la perturbación”, ¿sabes que en Cuba se sigue adoctrinando con el mito sobre el que has escrito? ¿Qué esperas de tu libro al respecto?
En mi libro hablo un poco sobre como lo que hace años que exorcicé fue mi perturbación con respecto de este mito. Y lo que me gustaría decirle a la gente, es que las virtudes y defectos del Che, eran las de una persona de carne y hueso, que se mete en una espiral definida.
Con la misma tolerancia que les exijo a los dictadores de todo signo político, yo no me meto en la forma de pensar de nadie siempre y cuando su libertad no transgreda ni afecte el espacio del prójimo, y si cada uno quiere adorar a las figuras que quiera no me compete meterme, ya que tampoco permito intromisiones en mi forma de pensar ni en mis gustos, e incluso entendería que así como se eligen íconos, fetiches para representar un sentimiento, una rebeldía, se tome a mi tío, se lo una a Lennon y a Marley, pero que si se va a profundizar en esa ideología, ya la cosa cambia, que se sea muy cuidadoso y se estudie mucho acerca de los millones de muertos que le costó al pueblo ruso, la enorme mentira de la sociedad del hombre perfecto, de la atrofia, de la desaparición de estímulos generacionales, y la represión que significó para Cuba esa sociedad del hombre nuevo, que dejó un hombre alienado detrás del dinero más que en una sociedad capitalista, acomplejado de su nacionalidad frente a cualquier extranjero, desconfiado de todo poder, de toda ética, de toda moral, del Estado, de las instituciones, de las reglas.
Esa misma sociedad que ahora es conducida de a poco a la negación de la Utopía que propusieron hace más de medio siglo por sus propios creadores, sin la más mínima autocrítica, aquellos que estigmatizaban, enajenaban o encarcelaban a cualquiera que no fuese familia del poder, por mostrar la más mínima simpatía al progreso económico individual, que tengan cautela a la hora de seguir cualquier sonido de cualquier clarín que los invite a enajenarse de sus verdaderos sueños e intereses, de cualquier ideología por preciosa que parezca.
El mundo entero hay que cambiarlo, pero cuidado si en ese afán derribamos los pocos logros universales, recordemos que el único instante en la Historia de la humanidad, en que el más paupérrimo ser humano tiene el mismo peso que el más influyente de los lobistas, es precisamente en el momento del voto.